
La tercera entrega del Traficante de Historias.
Más allá de los momentos de terrorismo, miedo, secuestros, desapariciones y angustias, existían “otros mundos”, en un mundo cargado de miedo…
Dentro del ámbito local, los medios seguían manejando el mismo estilo de los diarios nacionales; es decir que muchas veces dejaban traslucir una tendencia favorable a los sectores enquistados en el poder, destacando la “gran escalada de violencia imperante” y el “triunfo del aparato represivo, pero destacando la inusitada violencia con que se manejaban las agrupaciones consideradas “subversivas”.
Pero también como caso excepcional se utilizaban estos medios para realizar denuncias o pedidos de información de paradero, como ocurrió con Hugo Raúl Elizaga (alias El Indio)
“Persona Buscada (era el titular de la crónica) L.E. N° 316.829 (…) 20 años, casado, con domicilio en Brown 1012 de Zárate fue obligado a salir de su casa por personas desconocidas fuertemente armadas que dijeron ser policía[s] en varios vehículos, entre ellos un Torino Blanco… ignorándose hasta este momento su paradero, pese a las intensas gestiones cumplidas. Se ruega comunicar cualquier dato a Chacabuco 269 Te. 3199, Zárate…”
La falta de confianza en la policía y la abierta sospecha de que la misma podría estar vinculada al hecho, convertía a la familia del “desaparecido” en un blanco desprotegido, como en poco tiempo sería evidente. Elizaga aparecería 15 días después en San Nicolás, con heridas en los tobillos, que serían “recuerdos” de las sesiones de tortura y la “hospitalidad de la represión” local. Pero no sería la última vez que caería víctima de este accionar, ya que años después pasaría por la Unidad 9 de La Plata y Rawson…
Así como lo había hecho casi en tiempos del golpe del 24 de Marzo de 1976, al día siguiente, la familia de Omar García había hecho pública su desaparición, solicitando cualquier dato sobre su paradero concurrir al domicilio particular. Era obvio que la desconfianza reinante hacía que la inseguridad se transformara en terror…
Como ironía del destino, el Cine “El Círculo” proyectaba el film “La Ejecución”, con Martín Sheen, Ned Beatty y Gary Busey; una película donde el protagonista cargaba con la culpa de no querer la violencia… conjuntamente con “El bebe de Rosemary”; tiempos de doble función cinematográfica…
Entre otras celebraciones, para los 123 años (1977) de nuestra ciudad, el gobierno comunal preparaba la “1era Exposición Integral, Industrial, Comercial, Agropecuaria y Afines” del partido, a desarrollarse desde el 19 de Marzo al 3 de abril en el Club Central Buenos Aires, en donde se verían “excentricidades” como la “vaca de 6 patas”, por poseer una malformación en su lomo que le haría tener 2 pequeñas patas no del todo desarrolladas, e incluso una foto del icono de la ciudad “el Chivo Escaboni”, quien además estaría algún que otro momento, en un rincón de la cancha de futbol, como si fuera parte de la exhibición…
Para los festejos de los 126 años (1980), la situación había cambiado rotundamente, ya el acontecimiento más destacado ocurriría el día 20, donde en el hoy desaparecido Centro Materno de la calle Belgrano, nacería Raúl Chhean “el primer niño camboyano-zarateño”; mientras que los tiempos de las exposiciones industriales eran cosa del pasado, eran tiempos en donde Reysol cerraría sus puertas y dejaría 800 personas sin trabajo, que se movilizaron hasta la puerta de la fábrica, en tiempos donde “movilizarse” era subversivo… y para demostrar que los tiempos eran otros y que la demostración de fuerzas debía ser intimidatoria, los festejos estaban llenos de un contenido militar, con desfile de escuelas y organizaciones intermedias; Zárate era una ciudad tomada y pasaba a ser un objetivo militar, quizás para amedrentar cualquier intento de desafío al “status quo”, en donde faltaban civiles y sobraban el brillo castrense: la musicalización estaba a cargo de la Banda del Colegio Militar de la Nación y la Banda y efectivos de la Escuela de Combate General Lemos; la Agrupación del Comando de Instituto Militares; Policía Militar; Gendarmería; Escuela de Oficiales y Suboficiales; Granaderos a Caballos con la “Fanfarria Alto Perú” y el Cuerpo de Infantería de la Policía Bonaerense…
Pero como les dije al comienzo, había otro mundo…
Entre la vida deportiva de los torneos de futbol regional nocturno, también se destacaban otros, menos populares, pero que también causarían impacto dentro del “Pago Chico”; entre los deportes de alto riesgo había uno que tenía a un vecino de la ciudad como principal exponente, Ernesto Colombero, quien había realizado la hazaña de escalar varias veces el Aconcagua, aunque la travesía de 1980 terminaría con un accidente y caída de 700 metros, junto a su hijo, que le costaría la amputación de los dedos del pie…
Recuerdo que mi viejo solía contarme que muchas de las grampas eran realizadas en el taller de Gabilondo –donde trabajó toda su vida-; nunca supe si esto era parte de una leyenda urbana, una verdad o algún cuento como para tenerme atrapado con sus historias y explicaciones que siempre me costaron entender… pero bueno, déjenme creer que fue así, y que siga la ilusión que tenía de chico por esas aventuras de la que de manera indirecta, mi viejo se sentía parte….
Otra cosa curiosa de esos tiempos fue la Aerosilla Zarateña, dentro del Club Náutico Arsenal, negocio por demás de increíble, faraónico, impredecible, pero del cual sacaría su “tajada” correspondiente la Marina de Guerra, ya que el club se encontraba en tierras pertenecientes a dicha fuerza. El objetivo de semejante delirio era convertir a la misma en una atracción turística, gracias a la “generosa Comisión Directiva del club, que allanaba las dificultades en bien de la comunidad” .
Así toda la comunidad podría disfrutar desde la zona de barrancas, calle Bolivar y 9 de Julio, el paisaje, sobrevolando la actual cancha de rugby para terminar en la costa del río…
¿Se imaginan eso hoy…?
La seguimos en la próxima…
(*) fragmentos del libro “De solitarios sueños y utopías truncas” de Di Fino, Nuñez, Maldonado
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