9 diciembre, 2023

Aquellos 24 de Marzo
Zona Liberada de una noche zaratoca
“Pesadilla de una noche de Verano” (*)

Una noche de verano, de aquellos 24 de marzo.

“Cuando se murió Perón – es una acotación que le voy a hacer yo – estaba laburando en este canal, me llamaron para decirme «VAMOS A PARAR UN POCO CON LOS PROGRAMAS HUMORÍSTICOS, HAY QUE HACER DUELO», y yo pensé que estaba bien para que lo suspendan un par de semanas (silencio durante algunos segundos, y luego risas)… La verdad es que no lo suspendieron un par de semanas, lo suspendieron un par de años! Porque después vinieron los muchachos del ’76 de vuelta y la siguieron… Porque en aquel entonces eran largos los duelos, comprende?!”
Tato Bores, Monólogo 2000
9 de septiembre de 1990

Tato Bores



“(…) el genocidio argentino aún no tiene un nombre específico que lo identifique y quizás ello surja con el fluir de las palabras, de las miles de palabras que aún deben escribirse, hablarse, contarse, expresarse. Por ahora la memoria es un buen ejercicio para rescatar a los desaparecidos de su obligado ostracismo.
(…) Ellos persisten en las 30.000 voces que aún no han encontrado un lugar propicio para descansar. Los asesinos siguen merodeando por las calles y sus rostros circulan por nuestras “venas abiertas” en 30.000 pequeños fragmentos que no podemos articular mientras no sepamos donde pueden descansar cada uno de esos nombres”
Manuela Fingueret en “Barbarie y Memoria”

“En esa fosa estaba el cadáver de una chica a la que le faltaba la vista; dijo el policía a Capisano…
Si era ciega no podía ser guerrillera –fue la respuesta lógica del hombre
No, señor, no era ciega –dijo el policía-. Le arrancaron los ojos…”
Cinacaglini, Sergio y Martín Granovsky
“Nada más que la verdad. El juicio a las Juntas”



Y así llegamos a la última entrega de estos fragmentos dispersos llamados “Aquellos 24 de Marzo”; quizás más adelante los traiga nuevamente a la memoria colectiva, porque tengo la seguridad que recordar es la única forma de seguir resistiendo a aquellos que quieren que todo este período del Terrorismo de Estado pase al olvido y por ende, sea parte de un pasado en donde el “no te metas…” y el “por algo habrá sido…” era moneda corriente y vieron que este tema, el de la moneda… es algo recurrente en nuestra historia, cada tanto se desvaloriza, pero siempre se resiste al olvido…
¿Acaso jamás encontró una moneda vieja, le observó el año y lo primero que se le vino a la mente fue que hacía en esos tiempos en que tenía un valor real el metálico, lo que se podía comprar y le llovieron flashes de su niñez o adolescencia?
Para 1978, Zárate vivía con cierta indiferencia los avatares del Terrorismo de Estado a nivel local, inclusive en pleno centro de la ciudad, que es declarado “zona libre” por las fuerzas de represión, para que los Grupos de Tareas operaran impunemente, contando en parte con la indiferencia del resto de la población…
“[…] Fue un desmembramiento de toda una sociedad, el “no te metas”, “por algo habrá sido”; hay gente que todavía me dice “a mí no me molestaron, ni documentos me pedían”. Cuando a mí me dicen eso, yo digo “por algo no pedirían documentos…” (1)

Fue ese “no te metas” de la mayoría de la comunidad y esa “colaboración civil” que permitió que una noche de verano desapareciera Eduardo Santiago Deprati, quien paradójicamente tenía una empresa de servicios –ubicada en la calle General Paz- de agua corriente y servicios cloacales que trabajaba para el municipio, que por entonces se hallaba bajo la órbita de Prefectura Naval y que se encargó en poco tiempo de “liquidar” del todo las posibilidades de progreso y trabajo de la empresa, inclusive después de desaparecido Santiago y estando la empresa en manos de su hermano Osvaldo; favoreciéndose así allegados más directos que, por supuesto, comulgaban con el poder de facto.
“Antes del golpe no sabíamos que podría ocurrir, sí sabíamos todo lo que tenga que ver con la connotación de un golpe era perjudicial para el pueblo, históricamente es así, desde el golpe del ´30, era para el bienestar de una franja estrecha de la sociedad; entonces todo lo que tenga que ver con el golpe… a pesar que somos una familia antiperonista, toda mi familia es antiperonista y en mi juventud era antiperonista total (pero yo “creo en la cultura peronista” por muchas cosas de los que hoy se dicen peronistas se alejan). En mi casa eran anarquistas dos hermanos de mi madre, uno Eduardo Buscaglia, el pintor, y los demás eran socialistas…
Cuando se produce el golpe del ´55 yo llegué de la escuela con una alegría y los vi a mis tíos, que eran muy parcos y me dicen: “-No te alegres, este golpe no es para beneficio del pueblo, sino para perjuicio, cuando los militares toman las armas es para su propio beneficio, esto va a traer sangre y lágrimas por muchos años”… y eran antiperonistas, ellos no votaban…



(…) Lo de mi hermano era de acá, de Zárate, porque en una oportunidad entraron ahí a buscarlo, y él no estaba. Se fue de Zárate hacia Formosa, tres o cuatro meses y volvió; al poco tiempo que volvió de Formosa lo llevaron, un 28 de Diciembre…
(…) El momento del secuestro fue terrible; nosotros siempre fuimos militantes políticos, yo era de la UCR con tendencia de izquierda, pero no te puedo decir si mi hermano estaba o no con el ERP, honestamente no lo sé, yo sé que tenía amigos que habían desaparecido, amigos militantes. Si estaba, no estaba en grupos activistas, podía ser que estuviera en el partido (PRT)… yo creo que era un “apoyo”, no militaba en el ERP, pero era un apoyo del partido. Era superconfiado, militante político que pensaba que con sus ideas iba a solucionar todos los problemas…
Vivíamos en la calle 19 de Marzo (donde ahora está el restaurant “Don Francisco”) y él se había ido a Buenos Aires con un señor. Nosotros estábamos con mi mamá y con las nenas que eran chicas: Pamela y Romina, que eran chiquitas. Como a las 21hs pleno verano… enfrente había una confitería, la calle llena de gente, de autos. Golpean la puerta cancel, la de afuera estaba abierta, la del zaguán; yo miro y alguien me pone como una credencial y me dice:
“-Señora, nos abre, somos de la policía, han entrado ladrones por la parte de atrás…”
Y le abrí la puerta, hubieran entrado lo mismo de otra manera… Ni bien abren, entran, eran siete personas que se distribuyen en toda la casa. Desde las 21 a las 4 de la mañana que llegó mi hermano. Nos tuvieron en la habitación de él, estaba la nena más grande durmiendo y no me la dejaron sacar de la habitación; se sentaron al lado con un revolver en la cabeza, a mi mamá, que tenía a la más chica en brazos, lo mismo.
Se robaron todo lo que pudieron robar, comieron, destruyeron la casa, se robaron alhajas, dinero, abrieron la caja fuerte, no había mucho dinero, pero había dinero de la obra… ¡saquearon la casa!.
Cuando ellos escuchan que llega el auto, nos encierran en la habitación, dejan la llave puesta en la puerta de adelante, entonces cuando él entra dice: “-Éstas dejaron las llaves”, cierra y se encerró, él mismo se encerró. Lo detienen y lo llevan herido de la casa y no lo vimos más, ni supimos nada más.
A nosotros no nos pegaron, pero nos amenazaron. A las nenas amenazaban: “-Vos te movés y les pego un tiro en la cabeza”; yo me puse loca, porque entré a la habitación y la alcé conmigo, no la iba a dejar con ese degenerado, delincuente y con un revolver en la cabeza…
(…) Esa noche después que se lo llevan… yo salí a la calle enseguida… salimos a la calle, nadie había visto nada; fuimos a la comisaría y nos dijeron que no sabían nada, pero ahí alguien, que no nos dio el nombre –no lo daban- nos dijo: “-A las 8hs de la noche pidieron Zona Liberada”. Fue un operativo para buscarlo pura y exclusivamente a él…

Ahí empezó nuestro calvario, nuestra búsqueda de viajar e ir y venir, gente que aparecía y nos sacaba plata, mucha plata, diciéndonos que estaba en Formosa… que estaba herido en una pierna. Son datos que cuando uno espera, le parecen ciertos… Fuimos a hablar con mucha gente, entre ellas el Doctor Balbín, él era de la idea de que todos los desaparecidos estaban muertos…
La persona que se acercó [para dar información sobre el paradero] era de y vivió en Zárate, pero se fue, ella tenía contactos… conocidos. Hay gente [detenidos-desaparecidos] que dice que lo vio, pero no acá, en Campana, en el Área 400, que lo escuchó en El Tolueno.
(…) Cuando presentamos el habeas corpus, hubo una sola persona que no tuvo miedo de hacerlo, fue el abogado Dr. Juan Carlos Carmona, el agradecimiento que tengo va a ser eterno… lo conocía a mi hermano…
(…) Después fuimos a Buenos Aires, estuvimos en el Primer Cuerpo de Ejército, con Suarez Masón, ¡de terror!”; yo llegué a hablar, después que me escuchó me dice: “Usted tiene dos hijos, cuídelos bien”. Yo no sabía si salía, si no salía, pero había que arriesgarse…
(…) Ahí supe quiénes eran mis amigos. Mi gran amiga de la niñez me dice: “-A mí no me cuentes… yo no quiero saber nada…” solamente los que vivimos el hecho de tener a alguien desaparecido en la familia podemos saber lo que se siente cuando sos un marginado, lo que se siente cuando la discriminación es grande, cuando la gente en que vos creías tu amiga te da vuelta la cara; yo los entiendo, era el terror, ellos [los hombres del Terrorismo de Estado] lo manejaron muy bien…
No puedo culparlos, pero no puedo seguir siendo su amiga… Yo tenía amigos de toda la vida que me veían venir y cruzaban la calle…” (2)



Esta vez me tomé la libertad de traer la palabra de María Rosa Deprati; es el testimonio de alguien que conocí trabajando en la Escuela Agraria “El Tatu”, a una persona que desde el primer momento me causo profunda admiración, respeto pero por sobre todo cariño.
En su relato y el recuerdo de su lucha, su búsqueda y su memoria quiero homenajear a todas las victimas del Terrorismo de Estado, a las familias y amigxs y conocidxs de los 30.000, para que –como se dice popularmente- los hijos y los hijos de sus hijos jamás olviden que siempre, todos y cada uno de esos 30.000 estarán presentes… entre ellos, Santiago… y en él todas y todos, por el tiempo en que dure nuestra historia…
30MIL PRESENTES… HOY Y SIEMPRE…


Entrevista realizada a María Rosa Deprati
Ídem
(*) fragmento del libro “De solitarios sueños y utopías truncas” de Di Fino, Nuñez, Maldonado

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