9 diciembre, 2023

De Jonathan Swift a Ernesto Tenembaum

Sin que nos diéramos cuenta, nos encontramos con la plataforma de Micky Vainilla plasmada en un candidato. Ironía, humor negro y Rothbard para todes.

¿Cuándo los guiones de Micky Vainilla se convirtieron en plataforma política? Un antecedente, por el profe Ariel Núñez

Dedicado a Juan Camusio, ex alumno, hoy devenido a colega, disculpándome por meterme en la especialidad de él, que es la literatura

In memoriam de Miguel Di Fino, en un nuevo aniversario de su partida del Pago Chico; hoy estaría militando, puerta a puerta y en cualquier barricada, en defensa de las 4 décadas de la democracia A Raúl Alfonsín, el “Padre de la Democracia”; en desagravio a todos los ataques sufridos en estos últimos tiempos y que poco se hizo por defenderlo, desde el partido (modestamente, creo que hice más yo con estas palabras que los militantes del partido de “la boina blanca”, una pena)

«(…) reducida a sus términos más simples, la ironía es conocida comúnmente como la figura del discurso en la cual las palabras son usadas para transmitir lo opuesto a su sentido literal. Como Sócrates, [Swift] pretendió estar convencido por las premisas del otro hombre, y las llevó hasta su conclusión lógica, momento en que aparece el absurdo de la postura original»

William Alfred Eddy

“La sátira es considerada como la forma más sencilla del ingenio, pero creo que esto no es así cuando corren malos tiempos…”

Jonathan Swift

Hablemos de sátira

La sátira implica el uso de un humor exagerado para criticar personas o ideas, exponiendo con ironía su hipocresía o ridiculizando sus vicios y errores; nosotros lo vemos cotidianamente con Cappussotto, en muchas facetas de su carrera… ¿Cómo no reírse con Micky Vainilla o Beto Quantro?, sin olvidar a Bombita Rodríguez… y creo que así podría seguir todo el día enumerando personajes que fueron apareciendo en su programa y similares, como Cha-Cha-Cha… en tiempos en que un Alfredo Casero no se iba al pasto, o lo hacía desde el humor; lamentablemente se creyó algún que otro personaje, como el Ministro de Ahorro Postal Don Gilberto Manhattan Ruiz.

Así, la sátira es un recurso y subgénero literario que emplea un tono sarcástico para lanzar un mensaje crítico mediante el humor. El objetivo de la sátira es realizar una burla o hacer una crítica sobre un acontecimiento social, una persona, una obra de arte, etcétera.

Dentro de este contexto, en la sátira, también se puede usar en el lenguaje informal y acudir a este recurso para hacer una burla o una crítica sobre alguien o sobre algo en concreto.

Algunos críticos literarios (de los que estoy lejos, primeramente, por no ser uno de ellos y por otro lado por faltarme capacidad de análisis y desconocer muchísimo de literatura y más aún de crítica literaria), cuando hablan de la sátira, desde el punto de vista literario, lo toman como un subgénero literario. No obstante, no estoy muy de acuerdo con esto, quizás deba aceptarlo, porque ellos saben más que yo y no quiero entrar en polémicas y cartas documentos cruzadas sobre el tema.

Bueno, siguiendo con el tema, la intención de la sátira es ofrecer un punto de vista, una perspectiva moralizante; pero, también, puede ser que la sátira solamente esté pensada para la burla y con un objetivo meramente lúdico. Es importante puntualizar que, aunque la sátira se usara en sus orígenes para fines de diversión, lo cierto es que tiene un trasfondo más profundo, ya que critica y ataca a estamentos sociales o personalidades destacadas de la época.

El origen de la sátira se encuentra en la Antigua Grecia, en concreto, en la poesía yámbica. En el siglo VII aC algunos poetas griegos empezaron a emplear la sátira para lanzar una crítica burlesca a la sociedad de su época; algunos de los nombres de estos poetas satíricos de la Antigüedad son Aristófanes y Semónides de Amorgos. Ellos crearon el precedente de este subgénero que, años más tarde, fue seguido por otros autores latinos de renombre como Horacio, Séneca o Marcial.

La expansión del género satírico fue más allá y en la Edad Media nos encontramos con que, no solamente forma parte de la poesía, sino que la sátira se encuentra en todos los géneros literarios como la novela, el teatro, los ensayos, los cuentos, etc.

Hoy en día, los textos satíricos siguen formando parte de nuestro corpus cultural y, por ello, en la literatura abundan una gran cantidad de escritos que emplean la ironía, el sarcasmo, la ridiculización, etc., para transmitir un mensaje mediante la risa y el buen humor.

Es más, recuerdo haber leído un poema en mis años de secundaria, allá en los ´80, en la Técnica 2 o la ENET 2, ya que en esos tiempos era llamada Escuela Nacional de Educación Técnica N° 2 “Coronel de Marina Tomás Espora” y que hoy fue mutando simplemente a “LaEnéDo” (de la que hoy soy profe, cuestión quizás que no habla muy bien de su evolución educativa, pero ese es otro problema que no voy a encarar ahora, menos cuando me queda poco “hilo en el carretel de docente”, por así decirlo); creo, que, si no me falla la memoria que lo había hecho leer la Profesora Ivonne Duvivier, pero bueno, permítanme el descuido al caso.

Era un poema satírico de Quevedo y que se titula “A una nariz”; siempre me acordé la estrofa “era Ovidio Nasón mal narizado” y que era “dedicado” a su gran enemigo Luis de Góngora:

“Érase un hombre a una nariz pegado,

érase una nariz superlativa,

érase una nariz sayón y escriba,

érase un peje espada muy barbado;

era un reloj de sol mal encarado,

érase una alquitara pensativa,

érase un elefante boca arriba,

era Ovidio Nasón más narizado.

Érase un espolón de una galera,

érase una pirámide de Egito,

las doce tribus de narices era;

érase un naricísimo infinito,

muchísimo nariz, nariz tan fiera,

que en la cara de Anás fuera delito. [I]

[I] Se respeta la escritura original. En otra versión del poema, el último terceto es reemplazado con los siguientes versos:

“érase un naricísimo infinito,

frisón archinariz, caratulera,

sabañón garrafal, morado y frito” (1)

Bueno, como llegué a esto… les confieso: ustedes saben que no soy muy original en las columnas que van apareciendo gracias a la amabilidad del Negro Caballero y NTETA; que vivo “expropiando” (y que se asuste por el término “expropiando” algún simpatizante de cierto felino de cabellera de dudosa procedencia) información y cosas que me interesan, y aquí las vuelco o estampo como más les guste a ustedes.

Entre esa curiosidad y afán de “expropiar” algo interesante, hoy domingo de elecciones, me encontré con la columna de Ernesto Tenembaum: “Paren el mundo que me quiero bajar”, en Infobae… (les dejo el enlace, si les interesa: https://www.infobae.com/opinion/2023/10/22/paren-el-mundo-que-me-quiero-bajar/) si, no se sorprendan, leo Infobae, como también leo Página/12 y otros medios, me gusta estar medianamente informado y que mi vida no gire alrededor de la ex-Twitter, hoy devenida a “X” (bahh tampoco tengo redes sociales, así que me tengo que “aburrir” leyendo diarios, buen ejercicio, se los recomiendo… más aún si es acompañado cada tanto con un libro, excelente combinación).

Resulta que, entre otras cosas, me encontré con un análisis sobre los dichos de la candidata Lilia Lemoine y su proyecto de ley para permitirle a un hombre renunciar a su paternidad.

“Cuando se armó revuelo, Lemoine bancó la parada como corresponde a alguien con convicciones.

“Menos Perón y más Rothbard”, escribió.

Para los más jóvenes: por Perón se refería a Juan Domingo Perón, un presidente que fue muy importante durante el siglo pasado. De allí deriva el adjetivo “peronista”. Cristina Kirchner y Sergio Massa, por ejemplo, son peronistas, porque pertenecen al partido político fundado por él. Por Rothbard, Lemoine se refería a Murray Rothbard un pensador libertario que le cambió la vida a Javier Milei. El candidato a presidente ha contado varias veces su admiración por él. “Cuando terminé de leer a Rothbard, dije: ‘Durante más de 20 años estuve engañando a mis alumnos’”. Uno de los perros de Milei, de hecho, se llama Murray en homenaje a ese señor…” (2)

¿Y qué tiene que ver todo esto con la sátira?, les voy aclarando. Entre otras cosas que hago para ganarme la vida y como cantaba Roque Narvaja en “Menta y Limón”… “llevar dinero a casa…”; doy clases -o por lo menos lo intento-, y recuerdo que alguna que otra vez, antes de la pandemia, hablando en las clases de Sociología, hice referencia al autor de “Los Viajes de Gulliver”, Jonathan Swift (1667-1745), quien, realizando una crítica a la sociedad consumista y desigual de Irlanda, publicó un ensayo, de forma anónima, en un periódico, saliendo el mismo en distintas ediciones, bajo en nombre de “Una Modesta Proposición para impedir que los niños de Irlanda sean una molestia para sus padres o para el país”, más conocida como “Una modesta proposición…”Es un texto brevísimo, que no supera las diez páginas, pero que contiene una obra maestra del humor negro y la sátira social y así, de esta manera Swift, dio con la solución a dos problemas casi perpetuos de su Irlanda natal: el hambre y la indigencia.

La obra “Una Modesta Proposición…” puede ser uno de los primeros testimonios escritos de un entendimiento completo del alcance real de la fundamentación moderna de todas las relaciones, lo que implica una modificación de lo que la sociedad considera la naturaleza humana. Durante el siglo XVII, el mercantilismo percibe que la mera acumulación de riqueza no es tan útil como el desarrollo de una industria nacional. Al mismo tiempo, en El Leviatán, publicado en 1651, Hobbes desarrolla la idea de que los apetitos humanos son el fundamento de toda acción humana, que éstos no tienen límites y que, en consecuencia, el bien y el mal son materia de juicio humano y no algo absoluto. Por su parte, Locke, en el Segundo Tratado del Gobierno Civil, publicado en 1690, afirma que la propiedad es cualquier objeto que un ser humano agregue a la naturaleza por intervención de sus propias manos y cuerpo (Locke, capítulo V). Sin embargo, la realización extrema de esta tendencia económica a crear propiedad puede negar algunas libertades individuales de la misma modernidad, porque, como hemos visto, en la modernidad hay tendencias muchas veces contradictorias.

Todo es capital

La tendencia a transformar todo en capital no es un invento de Swift; él interpreta algunas de las tendencias de la modernidad llevándolas a un punto en que éstas contradicen algunos de los principios modernos sobre el ser humano. La propuesta satírica de Swift identifica, por un lado, embarazo y crianza; y, por el otro, el trabajo humano con el fundamento de la propiedad. Extender la idea de propiedad sobre los propios hijos y, en consecuencia, extender el derecho a disponer de ellos, puede destruir la misma libertad individual de cual, en la modernidad, la propiedad privada quiere ser su fundamento

Esta obra, si bien era un ensayo anónimo publicado en 1729, posteriormente se supo quién era el autor, quien defendió a capa y espada las bondades de la antropofagia infantil y en este caso, la idea de Swift era que los pobres vendieran sus tiernos vástagos como alimento para ricos, llegando incluso a sugerir cómo cocinarlos; de esta manera, se contrarrestaría las hambrunas que asolaban la isla y que, años más tarde, ocasionarían la emigración de millones de irlandeses.

Me tomo el atrevimiento de transcribir varios párrafos del texto de Swift, para que se comprenda de lo que hablo… y quizás así, también pueda ser claro con la comparación que quiero hacer con la columna de Ernesto Tenembaum:

Una modesta proposición… por Jonathan Swift

“Es objeto de melancolía para aquellos, que caminan por esta gran ciudad, o viajan por el campo, cuando ven las calles, los caminos y los portales llenos de pordioseras del sexo femenino, seguidas por tres, cuatro o seis niños, todos ellos cubiertos de harapos y molestando a cada pasajero al pedirle una limosna. Estas madres, en vez de ser capaces de trabajar para ganarse la vida, se ven forzadas a emplear todo su tiempo en vagar, implorando el sustento de sus inermes infantes que al crecer se convierten, por falta de trabajo, en ladrones, o dejan su amado país natal para pelear a favor del Pretendiente en España, o se venden en servidumbre a las Islas Barbados.

Creo que todas las partes están de acuerdo en que este prodigioso número de niños en los brazos, o en las espaldas o pegados a los talones de sus madres, y frecuentemente de sus padres, es en el actual deplorable estado del reino una muy grave afrenta adicional; y por tanto quien pudiera encontrar un método justo, barato y sencillo para hacer de estos niños miembros respetables y útiles de la comunidad merecería tanto agradecimiento del público como para colocar su estatua como un salvador de la nación.

Pero mi intención está lejos de encontrarse restringida a proveer sólo para los niños de los pordioseros; es de un alcance mucho más grande, y deberá incluir a todos los infantes de cierta edad, nacidos de padres que, a efectos prácticos, tienen tan poca capacidad de mantenerlos como quienes demandan nuestra caridad en las calles.

Por mi parte, después de dedicar mis pensamientos por muchos años a este importante tema, y de ponderar maduramente los varios esquemas de nuestros planeadores, siempre he encontrado que se equivocan de plano en sus cálculos. Es verdad, un niño recién salido de su madre puede ser sostenido con su leche durante un año solar, con poca necesidad de sustento adicional: en el peor de los casos, por un valor no superior a dos chelines, los que la madre puede ciertamente obtener, o su equivalente en sobras, a través de su legítima ocupación de pedir limosna; y es exactamente al año de edad que propongo encargarse de ellos de tal manera que, en vez de ser una carga para sus padres, o la parroquia, o de carecer de alimentos y vestidos para el resto de sus vidas, deberán, por el contrario, contribuir a la alimentación, y parcialmente al vestido de muchos miles…

(…) Existe, además, otra gran ventaja en mi plan: evitará esos abortos voluntarios y esas prácticas horrendas, ¡cielos!, demasiado frecuentes entre nosotros, de las mujeres que asesinan a sus hijos bastardos, sacrificando a los pobres bebés inocentes (creo que más por evitar los gastos que la vergüenza), práctica que arrancaría las lágrimas y la piedad del pecho más salvaje e inhumano.

La población de Irlanda se estima usualmente en un millón y medio de almas, y calculo que, en conjunto, habrá aproximadamente doscientas mil parejas cuyas mujeres son fecundas. De ese número resto treinta mil parejas capaces de mantener a sus hijos (aunque temo que no pueda haber tantas bajo las actuales angustias del reino); pero dando esa cifra por buena, quedarán ciento setenta mil mujeres fecundas. Resto nuevamente cincuenta mil por las mujeres que abortan, o cuyos hijos mueren por accidente o enfermedad antes de cumplir el año. Quedan sólo ciento veinte mil hijos de padres pobres que nacen anualmente. La cuestión es, entonces, ¿cómo se educará y sostendrá a esta multitud de niños?

(…) Porque no podemos emplearlos ni en la artesanía ni en la agricultura: ni construimos casas (en el campo, me refiero) ni cultivamos la tierra. Y ellos raramente pueden ganarse la vida mediante el robo antes de los seis años, excepto cuando están precozmente dotados; aunque confieso que aprenden los rudimentos mucho antes. Sin embargo, durante esa época sólo pueden ser considerados como aficionados; así me lo ha asegurado un caballero del condado de Cavan, según el cual no ha conocido más que uno o dos casos por debajo de la edad de seis años, ni siquiera en una parte del reino tan renombrada por su agilísima habilidad en ese arte…

(…) Nuestros comerciantes me han asegurado que un muchacho o muchacha no es mercancía vendible antes de los doce años, y que aun cuando lleguen a esta edad no producirán más de tres libras o tres libras y media corona como máximo en la transacción, lo que ni siquiera puede compensar a los padres o al reino el gasto de alimento y harapos, que ha alcanzado por lo menos cuatro veces ese valor. Por consiguiente, propondré ahora humildemente mis propias reflexiones, que espero no se prestarán a la menor objeción.

Me ha asegurado un joven americano muy entendido que conozco en Londres, que un tierno niño saludable y bien criado constituye, al año de edad, el alimento más delicioso, nutritivo y sano, ya sea estofado, asado, al horno o hervido; y yo no dudo que servirá igualmente en un fricasé o en un guisado.

He aquí la modesta proposición…

Por lo tanto, propongo humildemente a la consideración del público que de los ciento veinte mil niños ya anotados, veinte mil sean reservados para la reproducción; de ellos, sólo una cuarta parte serán machos, lo que ya es más de lo que permitimos a las ovejas, los vacunos y los cerdos. Mi razón es que esos niños raramente son frutos del matrimonio, una circunstancia no muy venerada por nuestros rústicos: en consecuencia, un macho será suficiente para servir a cuatro hembras. De manera que los cien mil restantes pueden, al año de edad, ser ofrecidos en venta a las personas de calidad y fortuna del reino, aconsejando siempre a las madres que los amamanten copiosamente durante el último mes, a fin de ponerlos regordetes y mantecosos para una buena mesa. Un niño hará dos fuentes en una comida para los amigos, y cuando la familia cene sola, el cuarto delantero o trasero constituirá un plato razonable. Y hervido y sazonado con un poco de pimienta y sal, resultará muy bueno hasta el cuarto día, especialmente en invierno.

He calculado que, por término medio, un recién nacido pesa veinte libras, y en un año solar, si es adecuadamente criado, alcanzará las veintiocho.

Concedo que este manjar resultará algo costoso, y será, por lo tanto, muy adecuado para terratenientes, que como ya han devorado a la mayoría de los padres, parecen acreditar los mejores títulos sobre los hijos…

(…) Una persona muy meritoria, verdadera amante de su patria, cuyas virtudes estimo muchísimo, se entretuvo últimamente en discurrir sobre este asunto buscándole refinamientos a mi proyecto. Se le ocurrió que, puesto que muchos caballeros de este reino han terminado por destruir sus ciervos, la demanda de carne de venado bien podría ser satisfecha por los cuerpos de jóvenes mozos y doncellas, no mayores de catorce años ni menores de doce, dado que son tantos los que están a punto de morir de hambre en todo el país por falta de trabajo y de ayuda…

(…) Me parece que las ventajas de la proposición que he enunciado son obvias y muchas, así como de la mayor importancia.

En primer lugar, como ya he observado, disminuiría grandemente el número de papistas que nos infestan anualmente, que son los principales engendradores de la nación y nuestros enemigos más peligrosos, y que se quedan en el país con el propósito de rendir el reino al Pretendiente, esperando sacar ventaja de la ausencia de tantos buenos protestantes que han preferido abandonar el país antes que quedarse en él pagando diezmos, contra su conciencia, a un cura episcopal.

Segundo: Los arrendatarios pobres poseerán algo de valor que la ley podrá hacer embargable, y que los ayudará a pagar su renta al terrateniente, habiendo sido confiscados ya sus ganados y cereales, y siendo el dinero algo desconocido para ellos.

Tercero: puesto que la manutención de cien mil niños de dos años para arriba no se puede calcular en menos de diez chelines anuales por cabeza, el tesoro nacional se verá incrementado en cincuenta mil libras al año, sin contar la utilidad producida por el nuevo plato introducido en las mesas de todos los caballeros de fortuna del reino que tengan algún refinamiento en el gusto. Y como la mercadería será producida y manufacturada por nosotros, el dinero no saldrá del país.

Cuarto: las reproductoras perseverantes, además de ganar ocho chelines anuales por la venta de sus niños, se quitarán de encima la obligación de mantenerlos después del primer año.

Quinto: este manjar atraerá una gran clientela a las tabernas, donde los venteros serán seguramente tan precavidos como para procurarse las mejores recetas para prepararlo a la perfección y, consecuentemente, ver sus casas frecuentadas por todos los distinguidos caballeros que se precian con justicia de su conocimiento del buen comer; y un cocinero diestro, que sepa cómo agradar a sus huéspedes, se las ingeniará para hacerlo tan costoso como a ellos les plazca.

Sexto: esto constituirá un gran estímulo para el matrimonio, que todas las naciones sabias han alentado mediante recompensas o han impuesto mediante leyes y penalidades. Aumentaría el cuidado y la ternura de las madres hacia sus hijos, seguras entonces de que los pobres chicos tendrían una colocación segura de por vida, provista de algún modo por el público, y que les daría ganancia en vez de gastos. Pronto veríamos una honesta emulación entre las mujeres casadas para mostrar cuál de ellas lleva al mercado el niño más gordo. Los hombres atenderían a sus esposas durante el embarazo tanto como atienden ahora a sus yeguas, sus vacas o sus marranas cuando están por parir, y no las amenazarían con golpearlas o patearlas (como tan frecuentemente hacen) por temor a un aborto…” (3)

De la ironía de Swift a la proposición «mickyvainillesca» de Murray Rothbard

Johnathan Swift utilizó la ironía para retratar un mundo que se sumergía en el individualismo, la corrupción, la pobreza y la explotación de los más débiles, pero lo que se plantea en la columna de Ernesto Tenembaum está muy lejos de ser satírico, porque es una realidad, que nos puede parecer producto de un personaje escapado de un programa de Capussotto o Casero, pero el problema estará en que esa persona, seguramente, a partir del 10 de diciembre, estará sentada en la banca de la ¿Honorable Cámara de Diputados de la Nación? –¿podríamos seguir llamándola así, entonces? -; y que muy abiertamente hace este tipo de declaraciones, con total impunidad, en donde la sátira queda muy lejos y es superada de manera exponencial por una realidad que golpea directamente en el pecho… vayan, no les miento, me puse a leerlo a Don Murray N. Rothbard, con la plena seguridad que mi ignorancia, por suerte, me protegería contra cualquier intento de seducción de sus palabras y encontré párrafos muy interesantes:

“(…) Tenemos, por tanto, que constatar que, a partir del nacimiento, la propiedad paterna/materna no es absoluta, sino que reviste el carácter de fideicomiso o de protectorado…

(…) Aplicando nuestra teoría a las relaciones entre padres e hijos, lo hasta ahora dicho significa que un padre o una madre no tienen derecho a agredir a sus hijos, pero también que no deberían tener la obligación legal de alimentarlos, vestirlos y educarlos, ya que tales exigencias serían coactivas y privarían a los padres de sus derechos…(…) En términos estrictos, la ley no puede forzar a un padre a alimentar al hijo para que pueda vivir (II) (Repitamos una vez más que se plantea un problema distinto cuando se pregunta si los padres tienen la

obligación moral -más que el deber legalmente exigible- de conservar la vida del niño.) Esta norma nos permite resolver algunas cuestiones espinosas, entre otras si les asiste a los padres el derecho a dejar morir (por ejemplo, no dándole alimentos) a un hijo deforme (III). La respuesta es, por supuesto, afirmativa, en virtud de un a fortiori derivado del derecho, mucho más general, de permitir que muera cualquier niño, deforme o no. (No obstante, como veremos más adelante, en una sociedad libertaria esta “negligencia” se vería reducida al mínimo gracias a la existencia de un mercado libre de niños.)…

Aquí hago un “parate”, si se me permite, para transcribir, incluso las “notas” correspondientes, tal cual aparecen en la edición del libro, sin querer competir y creer que tenga la misma capacidad de análisis de Ernesto (¿puedo tutearte Tenembaum?), quise ser un poco más profundo y saber de lo que estaba hablando y en verdad, me sorprendí y espanté un poco; así que por favor, lean las notas, inclusive… muchas veces dicen cosas más profundas e interesante, más allá de tener la letra chica, como pasa generalmente en los contratos de alquileres o préstamos bancarios:

(II) Cf. el punto de vista del teórico anarquista individualista Benjamin R. Tucker: «Bajo una igual libertad, cuando [el menor] desarrolla la individualidad y la independencia, adquiere el derecho a la inmunidad frente a ataques e invasiones, y esto es todo. Si sus padres se niegan a mantenerle, no puede traspasar esta obligación a ningún otro.» Benjamin R. Tucker, Instead of a Book (Nueva York: B. R. Tucker, 1893), p. 144.

(III) El programa original de la Euthanasia Society of America incluía el derecho de los padres a permitir la muerte de bebés con monstruosas deformidades. Fue práctica común y cada vez más difundida entre las comadronas dejar que estos niños murieran simplemente no realizando los actos positivos necesarios para mantenerlos con vida. Véase John A. Robertson, «Involuntary Euthanasia of Detective Newborns: A Legal Analysis», en Stanford Law Review (enero de 1975), pp. 214-215.

Sin temor al éxito, directo al mercado de niñes

Sigo con Murray N. Rothbard:

(…) ¿Cuándo cesará esa obligación, y en virtud de qué criterio?

Este problema de los recursos tiene una importante y directa incidencia en el caso de los padres biológicos. Como Evers subraya:

… consideremos el caso de padres pobres, que tienen un hijo que cae enfermo. La enfermedad es tan grave que, para comprar las medicinas necesarias para salvarle, sus padres se ven obligados a pasar hambre. ¿Están obligados… a renunciar a su calidad de vida hasta el límite mismo de la auto-extinción para ayudar al niño?…

(…) Así, pues, cuando nace el hijo, la madre se convierte en su “propietaria por fideicomiso”. Sus obligaciones legales se reducen a no maltratarlo, ya que el niño es potencialmente propietario de sí mismo. Por lo demás, mientras mora en la casa paterna, se encuentra necesariamente sujeto a la jurisdicción de sus padres, ya que vive en y de las propiedades de éstos…

Si un padre puede tener la propiedad de su hijo (dentro siempre del marco de no agresión y de libertad de abandono del hogar), puede transferirla a terceros. Puede dar al niño en adopción, o puede vender sus derechos sobre él en virtud de un contrato voluntario. En suma, tenemos que enfrentarnos al hecho de que en una sociedad absolutamente libre puede haber un floreciente mercado libre de niños. Esto suena a primera vista a cosa monstruosa e inhumana. Pero una mirada más atenta descubre que este mercado posee un humanismo más elevado…

(…) Si se permitiera el mercado libre de niños, se eliminaría este desequilibrio y se llevaría a cabo una transferencia de bebés y de niños desde padres que no los quieren o no los cuidan a padres que desean ardientemente tenerlos. Todos los implicados: los padres biológicos, los niños y los padres adoptivos que los compran saldrían ganando en este tipo de sociedad…” (4)

Creo que podría seguir por mucho tiempo; el libro de Murray tiene un poco más de 300 páginas, y si bien no lo he leído en su totalidad, fui haciendo un paneo en temas que me resultaban interesantes, tanto para esta columna, como para lo que escribió Ernesto Tenembaum, pero por sobre todo, para darme cuenta que si Jonathan Swift en su “Una Modesta Proposición para impedir que los niños de Irlanda sean una molestia para sus padres o para el país”, le ponía una serie de ilustraciones, una tapa con glamour y decía que hablaba sin ser irónico y satírico, podría pasar como un profeta de Murray…

Lamentablemente no tuve tiempo en tomar frases de Swift y pasarlas como si fueran de Murray y andar por los locales partidarios libertarios y consultarles si están de acuerdo con las mismas… quizás me hubiera sorprendido por las muestras de apoyo y “festejos afirmativos” a sus definiciones, quizás mi sorpresa hubiera sido como la de Ernesto en la columna de hoy… además de ser un buen ejercicio de concientización social.

Debo reconocer que no tenía un tema seguro por el cual escribir estos días, muchas declaraciones de algunos políticos en estos tiempos, hicieron que tuviera material, pero debo reconocer, que, en muchos casos, superaron mis expectativas sobre lo que decían. Calculo que lo mismo le debe podría pasar lo mismo a Swift en caso de poder escuchar o leer las mismas… aunque seguramente, les hubiera mandado un mail, felicitándolos/las por el manejo de la ironía y la sátira… el problema está en que habría que explicarle que no es ironía, sino la cruda realidad de un país, que a 40 años de democracia todavía se sigue “devorando a sus niños”.

Nos vemos en la segunda vuelta

Citas:

  • Francisco de Quevedo y Villegas (1580 – 1645) en ”Parnaso español”
  • Ernesto Tenembaum: “Paren el mundo que me quiero bajar”, en Infobae; domingo 23 de octubre de 2023
  • Johnathan Swift (1665-1745); “Una modesta proposición para evitar que los hijos de los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres o su país, y para hacerlos útiles al público”. Fragmentos varios
  • Murray N. Rothbard; La ética de la libertad; Unión Editorial; España; 1995; páginas 149 a 155

Bibliografía de apoyo:

Hernán Neira; La Modesta Proposición Biopolítica de Jonathan Swift; Departamento de Filosofía, Universidad de Santiago (Santiago, Chile)

Leandro Scasso Burghi; Una modesta proposición de Jonathan Swift; Literatura Universal, Centro Regional de Profesores del Este, Maldonado, 2010

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