Columna de “desafío musical” para el Negro o el Doctor Castro… aquí vamos…
“(…) Otra forma de subversión del contrato matrimonial es la que intentan realizar uno con uno o una con una, como es el caso de las prácticas homosexuales que «claman al cielo»…
Existe toda una campaña perfectamente orquestada en favor de la homosexualidad y promovida por el cine, libros seudocientíficos y numerosas revistas, tales como «Casos», editada en nuestro país, y denunciada por el valiente Arzobispo de San Juan de Cuyo, Mons. Ildefonso Sansierra, etc.
¡Hasta dónde habremos caído para que el Papa, a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe, haya tenido que recordar que «los actos de homosexualidad son intrínsecamente desordenados y (que) no pueden recibir aprobación en ningún caso»…!
…) Pero, además, se debe decir que si hay un error «en más»: exaltar al amor como fin primario, también hay otro error «en menos»: quitar al amor el carácter de fin esencial —aunque secundario— que tiene, como si el único fin esencial fuese procrear y educar a los hijos.
Si consideráramos a la procreación como el único fin esencial, se seguirían las siguientes consecuencias deplorables:
— podrían disolverse los matrimonios que no pudieran tener hijos;
— podrían separarse los matrimonios con hijos mayores, cuando, por la edad, ya no pudieran tener más;
— podría cohonestarse (*) la inseminación artificial:
— tanto la ágama: entre no casados;
— como la heterónoma: entre mujer casada y varón que no es su marido…”
Fragmentos de “Modernos ataques contra la familia”, por Carlos Buela en la Revista Mikael (1977) del Arzobispado de Paraná, dirigida por Monseñor Adolfo Tortolo (**)
Esta vez no salen muertos a la luz, ni muertos vivos o algo que se le parezca… tampoco está el niño de “Sexto Sentido” diciéndole a Bruce Willis “veo gente muerta”… nada de eso, sino todo lo contrario.
Aquí intentaré hablar de “la familia”, esa “familia occidental y cristiana” que tanto pregonaba el doctor Roberto N. Kechichián desde sus libros de “Formación Moral Y Cívica” y como ese pensamiento influyó y se hizo carne en el cine y la música… así que aparecerán como ejemplos algunas películas y canciones que hicieron las delicias de las familias argentas en los años de plomo… y como ejemplo solo basta lo transcripto arriba, para que lean lo que estaba institucionalizado –baahhh ¿estaba?, tengo mis dudas si no sigue estando en algunas personas que miran con cierta nostalgia esos años- en todos los órdenes de la sociedad.
Si no creen en mis palabras, aquí les dejo el link, para que “vomiten con justa causa” al leer estas “santificadas y bendecidas páginas”, pero les advierto… tengan Reliveran gotas a mano…!!
Link: https://www.quenotelacuenten.org/revista-mikael-quien-como-dios/

Arranquemos por el cine propagandístico en tiempos del golpe cívico-militar genocida de 1976-1983. En aquellos tiempos existía una propaganda institucional de la Armada previa al golpe, en Los chiflados dan el golpe (1975); creo que jamás un título fue más oportuno para tal fin… hasta la propaganda política trasladada a una época histórica del país con la que el Proceso Militar se sentía identificado, en De cara al cielo (1979).
Nadie mejor que Leo A. Senderovsky (***) para realizar una análisis pormenorizado de dicha película, y en la que sintetiza al mismo de la siguiente manera:
“La dirigió Enrique Dawi (cuya filmografía durante la dictadura cosechó una decena de películas) y la protagonizó Gianni Lunadei con un gran elenco. Generalmente esta película no es mencionada porque, pese a haberse estrenado con bombos y platillos, no fue un gran éxito. También contribuye el hecho de que narre un episodio histórico, por ende, el discurso militar no se ancla en el presente de la dictadura. La interesante operación que realiza es remontarse al pasado de la Historia Argentina para justificar el presente. Esta película parte de un concurso organizado por el Instituto Nacional de Cinematografía en conmemoración por los cien años de la Campaña al desierto, la gesta de Roca.
El Coronel Alvarado, interpretado por Lunadei en uno de sus pocas interpretaciones alejadas de la comedia, es un soldado querido por sus tropas y por los nativos. Su lucha es clara, es capaz de matar indígenas en el medio del combate, pero su propósito es conquistar las tierras para dividirlas, un 50 por ciento para los argentinos beneficiarios del plan roquista y el otro 50 para los propios nativos. Lo de Alvarado no se muestra como un intento de rebelión, sino todo lo contrario, como una muestra de lealtad a su gobierno. La película nos dice que el gobierno de Roca buscaba conquistar las tierras para dividirlas de esa forma. Alvarado combate principalmente la venta de tierras a extranjeros, porque entiende que eso pervierte el plan del gobierno de repartir las tierras entre todos “los hijos de esta tierra”. Curiosamente, su lucha es contra los más beneficiados históricamente por la Campaña al desierto, algo que, obviamente, la película elige no contar, como tampoco elige mostrar el genocidio que representó para los nativos.
Otro dato valioso, luego de años de servir a la patria sin contacto posible con una mujer, Alvarado se enamora de una chica cuya pareja es un funcionario inglés a quien ella no ama. Este hecho no se aleja del discurso oficial, que expone un paralelismo entre el (mentiroso) relato histórico y el (mentiroso) relato político del presente.
Cuando la película se realiza, el conflicto con Chile por el Canal de Beagle ya estaba instalado en la sociedad y ya se ponía también como enemigo al gobierno británico, tanto por Malvinas como por el Laudo Arbitral de la Reina en 1977 respecto al conflicto de Beagle.
Momento de Reflexión I: Todo viene bien para andar “repartiendo culpas” y buscar enemigos afuera, para “combatir a los enemigos internos”, como según le gustaba decir a los adictos al Proceso genocida cívico-militar… la ironía es que la búsqueda de enemigos se dé entre Pinochet, la Reina –sí, la misma que se fue de gira hace semanas- y demás…
En la película, el conflicto interno entre criollos e indígenas se resuelve en paz (una paz que niega el genocidio pasado y el contemporáneo a la realización del film), mientras se observa la lucha del protagonista para defender la soberanía nacional frente al extranjero que pretende quedarse con lo nuestro, con la tierra argentina y también con la mujer argentina. La frase que cierra la película no podría ser más clara al respecto: “… Y esta sangre olvidada fue la que afirmó nuestro histórico derecho sobre el lejano sur… tan argentino!”.
Otro dato interesante: antes de que Alvarado despida a los extranjeros que fueron a visitar las tierras que iban a comprar, les da un sermón sobre el derecho que tienen quienes se ganaron con sacrificio la propiedad de las tierras del sur argentino por sobre los extranjeros que vienen a quedarse con ellas. En ese parlamento, que sintetiza el discurso de la película, se ven de fondo los dos elementos tradicionales del discurso militar, el crucifijo y la bandera, representando los dos factores que Alvarado pone en juego en su monólogo: Dios y la Patria. (1)
Pero no fue lo único que en esos tiempos se animaba hacer el Proceso, para justificar y adoctrinar políticamente a la sociedad…
Momento de Reflexión II: curioso, que en estos tiempos se hable de “adoctrinamiento” desde un lado y otro de la grieta y se tenga muy poco presente que se hizo en esos años… es más, se intenta justificar muchas veces determinadas conductas represivas de esos momentos, principalmente en determinados medios de comunicación y ámbitos de debate político en el que “rescatan” discursos de mano dura… sectarismos y discriminación como que “nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad…”, pero bueno, eso es también para un debate democrático que excede este espacio…
En un país jaqueado por la censura y la represión social y cultural, como lo era Argentina durante la última dictadura militar, resulta curioso que el género más habitual en el cine nacional de entonces sea el de la comedia picaresca, con alto contenido de “erotismo y de tufillo revisteril”. Es así que la comedia picaresca de los setenta se transforma en un género que se instaló en el cine argentino, principalmente, a través de Alberto Olmedo y Jorge Porcel, en dupla o por separado. El grueso de sus muchas películas realizadas en los setenta y ochenta apelan a un mismo concepto: un buen esposo y padre, trabajador, de clase media, intenta infructuosamente tener aventuras extramatrimoniales. El fracaso que conllevan estas “canitas al aire” dan cuenta de la represión social de entonces, pero lo que importan de estos ejemplos no son los magros resultados de estas aventuras amatorias, sino el modelo de familia que proponía la dictadura: un modelo patriarcal, machista, en el cual se avalaba, a todas luces, la “necesidad” masculina de tener sexo fuera de su cama matrimonial.
Si bien estas películas de Olmedo y Porcel no efectuaban una propaganda explícita del régimen militar, hay otras comedias picarescas que se meten de manera un tanto siniestra con el discurso oficial de entonces. En “Las muñecas que hacen ¡Pum!” -comedia escrita y dirigida por Gerardo Sofovich-, que, vista en la actualidad, resulta bastante inquietante. El título alude a las mujeres biónicas que usa un grupo para aniquilar a otro, dichas mujeres explotan cuando tienen sexo con algún miembro del bando contrario. Esta forma de hacer cine, en base a la comedia, por el contrario podía traslucir mensajes por demás de directos y hasta “aleccionadores” para aquellos espectadores que “intenten pasarse de la raya”; es así que podía exponer su afinidad con la dictadura a través de una guerra entre dos organizaciones secretas (y, de paso, celebrar la tortura), en donde, según la propia sinopsis del film se relata que para combatir a sus enemigos de la organización AM.OR. («Amistad y Orden»), un científico de la agrupación O.D.I.O. («Organización para la Destrucción Internacional del Orden»), construye mujeres biónicas que explotan al hacer el amor. Un ex agente militar es incorporado a las filas de AMOR con el objetivo de detener este plan macabro y poner fin a los planes destructivos de los enemigos.
Pero lo increíble, visto a la distancia –reitero- de la fábula, es que se vuelve aún más siniestra cuando, en el medio de un banquete, Monsieur Grand Tete, llama a unos encapuchados para que lleven a una mujer del bando enemigo hasta el sótano de la mansión y le extraigan información “hasta las últimas consecuencias”.
Dice el personaje de Portales: “Acompañen a la señora al sótano y procedan. Deben extraerle toda la información que posea”. La mujer se despide muy “elegantemente” y se da el siguiente diálogo entre el personaje de Julio De Grazia, un agente captado por AM.OR. y el líder de la organización:
De Grazia: Me imagino que no la van a torturar en serio, ¿no?
Portales: Por supuesto que sí. Hasta las últimas consecuencias.
De Grazia: Yo pensé que una organización como AM.OR. no utilizaría esos métodos.
Portales: Tanto en el amor como en la guerra, todos los métodos son válidos. Y mucho más en este caso, en que el amor está en guerra contra el odio.
Luego de esta escena previa a la tortura, se alarman al afirmar que la mujer torturada “ha desaparecido”
Pero “Las Chicas…” no es la única comedia picaresca” –debo decir que me parece aberrante decirle “comedia picaresca”-. En la comedia Sucedió en el Fantástico Circo Tihany (1981), film de Enrique Carreras, se narra un relato policial que intercala los números circenses, y se da el siguiente diálogo:
“¿No le parece, comisario, que hay demasiados desaparecidos?”
El comisario, interpretado por Tincho Zabala, dice “Cinco”, otro lo corrige y enumera cuatro, pero el comisario dice que se olvida de uno, el muerto.
Una figura del circo, interpretada por Tristán, acota: “Ese sí que desapareció para siempre”.
El director le dice que no se meta y que vaya a trabajar, y Tristán dice “No, déjeme quedarme junto a usted, están pasando cosas muy raras. ¿A ver si me hacen desaparecer también a mí?”.
El director le dice: “Todo puede suceder”, y Tristán le pide que no le haga chistes, “que esta noche el humor se está poniendo muy negro”.
Hacia el final, aparecen dos villanos y el comisario se ríe al afirmar “Parece que están apareciendo los desaparecidos”.
Era, sin dudas una forma en la que se podían hacer alusiones a los desaparecidos para luego anular de manera siniestra estas alusiones.
Sin embargo, nos falta analizar las propagandas más fuertes de las Fuerzas Armadas que se realizaron para la pantalla grande y aquí entra el cantante, devenido a político y gobernador menemista Ramón «Palito» Ortega.

“Palito” inauguró su productora, Chango Producciones, en 1976, y con ella debutó como director en su primera producción propia, Dos locos en el aire. Para ese entonces, Palito era una de las estrellas más populares del país, tanto en su faceta de cantante como en sus películas, donde desplegaba su repertorio musical. Sin embargo, recién con el golpe de estado se probó como director y productor de las películas que protagonizaba.
Chango acompañó su carrera como director, que duró cuatro años, en los cuales realizó siete películas, casi dos por año, cuatro de ellas escritas por Juan Carlos Mesa, dos con guion de Víctor Sueiro y la última, ¡Qué linda es mi familia! (1980), protagonizada por Palito junto a Luis Sandrini y Niní Marshall y como dato curioso es el debut cinematográfico de Diego Maradona…
En esta película Palito Ortega interpreta a un joven trabaja doblando a actores en escenas de riesgo aunque su verdadera vocación es cantar. Ha sido adoptado por un matrimonio con varios hijos que lo quiere como un hijo propio. Un día su verdadero padre aparece complicando la vida de todos.
Pero por sobre todo se destacan los papeles de Sandrini y Ortega intentando reconciliar y promover los valores conservadores con apoyo de la dictadura, que por entonces buscaba en la financiación de estas películas inculcar valores que se habían perdido por el “comunismo marxista leninista y ateo”, y hasta deja presentar en el papel de Palito como “un hijo rebelde” -pero no tanto, no sea cosa que termine siendo un tiro por la culata ¿no?-, que decide desoír el mandato de su padre (Luis Sandrini) y perseguir sus sueños de fama y popularidad. Un padre de familia severo que aprende a ser comprensivo con la elección de su hijo. Una madre puro cariño (Niní Marshall) que le ayuda a su marido a superar las diferencias generacionales que lo separan de su hijo.
En definitiva, una familia argentina como pocas, en las que el hijo alcanza finalmente la fama y celebra con sus padres -a pesar de ser adoptado- la felicidad de tener una familia bien constituida en tiempos de crisis moral.
A pesar del tono de comedia dramática rosa, los personajes son presentados “bienintencionados, puros y leales”, éste no es un film inocente y transparente y lejos de pertenecer a la generalidad de los filmes pasatistas, aunque pase disimulado entre ellos, esta película de “Palito” es una obra arteramente comprometida con la ideología del Proceso, no en el sentido usual del film de compromiso social, ligado a la crítica política, sino que manifiesta un estrecho lazo ideológico con los sectores más tradicionalistas y conservadores, actuando con el objetivo de restaurar los valores sociales y familiares más arraigados de las clases medias urbanas, en un tiempo que “Palito” identifica con el derrumbe moral de la sociedad argentina.
“Palito” se vuelve un cruzado que sale a darles lucha a los infieles que quieren destruir los sagrados pilares de la argentinidad, tales como tradición, familia y propiedad. Y lo hace porque entiende que atravesamos un tiempo de crisis moral, de sangrienta turbulencia política y que dentro de este contexto, sobre todo los hombres y mujeres jóvenes (de allí el tono de lección de catequesis que tienen estos filmes), se ven acosados por falsos mensajes que tratan de seducir sus espíritus volubles. Los infieles que acechan el corazón de la Nación son los que han tomado las armas y han bañado de sangre y terror el rostro de la Argentina.
Y en este contexto, el artista y el intelectual deben estar atentos para reaccionar a tiempo y guiar el corazón de los hombres buenos, para no dejarlos caer en la tentación que les venden los infieles e impíos de la sociedad, respondiendo con una actitud firme y responsable, haciendo evidente su compromiso con la sociedad dentro de la cual realiza su obra.
Existe una paradoja ya que, si bien “Palito” es un predicador de verdades con un corazón solidario y pleno de un sentimiento generoso, podríamos dudar, a pesar de su fuerza persuasiva de la efectiva y constatable influencia positiva sobre las almas de su rebaño. Este cuestionamiento no es solo pasible de ser efectuado sobre el cine de Ortega sino sobre el cine en general.

¡Qué linda es mi familia! es un film apremiado por las circunstancias, concretamente pensado en relación al contexto histórico social en el que será exhibido. Algunas de las canciones, son indicios de la marcación ideológica de la película en general, poniendo en evidencia para quién y contra quién, y para qué sociedad está hecha. Como veremos a continuación, “Palito” es un cantante político que disimula su discurso conservador en canciones ilusoriamente triviales. Casi todos los temas de sus películas como director, contienen una fuerte carga ideológica que sorprende por su frontalidad expresiva.
Ejemplo de esta tendencia es la letra de una de las canciones que interpreta en la película.
Vamos a transcribirla, porque realmente no tiene desperdicio. La misma dice:
Quién te dijo,
que no creas más en nada, que no queda gente honrada.
Quién te dijo,
que el amor es un invento, que en la vida es todo cuento.
Quién te dijo,
que a un amigo verdadero se lo compra con dinero, no es verdad.
No te dejes arrastrar al carnaval donde juega el inmoral su partida.
Ya verás que siempre el amor y la verdad llegan más allá que la mentira.
Quién te dijo,
que no sirve ser decente, que es igual toda la gente.
Quién te dijo,
que es hoy todo mentira, que no hay Dios en esta vida.
No te dejes arrastrar al carnaval donde juega el inmoral su partida
Ya verás que siempre el amor y la verdad llegan más allá que la mentira.
¿A quién, de quién y de qué está hablando?
Es muy sugestiva la insistencia con la cual se repite la frase “¿quién te dijo?”, que se mantendrá como un oscuro leitmotiv (****) a lo largo de toda la canción y que enunciada una vez es inocente, pero que al ser repetida todo el tiempo, nos hace pensar que lo que está haciendo, más que dialogar con alguien, es tratar de obligarlo a que confiese algo. “Quién le dijo esto, quién te dijo eso, quién te dijo aquello?” como si a ese a quien se dirige se lo estuviese “apretando” para que confiese lo que no quiere contar.
Momento de Reflexión III: Frente a lo cual “Palito” y detrás de él, el Proceso se preguntaría: ¿quiénes son esos que “están diciendo cosas y convenciendo a los jóvenes? ¿Quiénes son esos que operan en las sombras, confundiendo a los jóvenes aún inmaduros? La canción no brinda la respuesta a esa pregunta y ese fantasma social al que hace referencia la letra, aunque todos sabemos a quienes está nombrando, permanece en las sombras con una identidad borrosa.
En el estribillo hay otro verso excepcional: “No te dejes arrastrar al carnaval donde juega el inmoral su partida”. ¿A qué se refiere con “carnaval”, a quienes llama “inmorales”?, ¿Son esos mismos que están diciendo cosas? Probablemente, se refiera con “carnaval”, instalando una fantástica metáfora, a la situación política desatada por el accionar de los grupos armados desde principio de los setenta en el país. Por lo tanto, los inmorales son todos aquellos que han participado de los movimientos militarizados y que han visto crecer la adhesión de los jóvenes militantes.
Sin duda, esta canción resume el tono y el lugar hacia el cual “Palito” está dirigiendo su discurso, delimitando un conflicto político, estigmatizando a sus enemigos y peleándole mano a mano… apoyado seguramente desde algún púlpito de Monseñor Tortolo y sus “armas bendecidas” para combatir a la subversión… intentando que esa juventud sea plenamente “occidental y cristiana”
Pero la producción de Chango no se detuvo ahí, es más, se desarrolló durante el período dictatorial. Entre 1976 y 1980, entrega todas producciones de Chango dirigidas por él y luego produjo dos películas más, sin ocupar la silla de director, Cosa de locos (1981), donde volvió a hacer dupla con Balá y, ya en democracia, Tacos altos (1985), un drama dirigido por Sergio Renán.
Las películas producidas y dirigidas por Ortega oscilaron entre la propaganda institucional de las Fuerzas y las comedias familiares conservadoras, afines a la ideología procesista, donde el foco podía estar en los valores cristianos respecto a la familia, por ejemplo Vivir con alegría, de 1979, y la ya nombrada ¡Qué linda es mi familia! Y la que realiza una recorrida turística por los bellos paisajes de nuestro país en Amigos para la aventura, de 1978.
Las dos películas con las que Palito comenzó su faceta de director y productor, Dos locos en el aire (1976) y Brigada en acción (1977), son propagandas institucionales de la Fuerza Aérea y de la Policía Federal, respectivamente. En ambos casos, la comedia familiar con el toque de humor infantil que le aporta Carlitos Balá es una mera excusa para grandes problemas de guion y en donde lo que se priorizan son los desfiles y formaciones militares y las proezas físicas de los cadetes.
Dos locos en el aire, Palito interpreta a un piloto de la fuerza aérea que se enamora de la hija de su superior, interpretada por Evangelina Salazar. El protagonista es destinado a la Base Marambio. Antes de irse le dice a su superior, interpretado por Angel Magaña «estoy orgulloso, sé que esa base está para reafirmar nuestra soberanía»; ya en la base se lo oye decir en off: «Aquí hay un símbolo hermoso de nuestra soberanía, que está siempre flameando en nuestra base. En este infinito de nieve y de cielo, se siente más cercana la presencia de Dios».
Luego de regresar de esa travesía, el personaje de Palito “abandona la escuela de aviación militar para marchar a prestar servicios en los confines de la patria”, tal como dice su superior. Mientras Palito se despide de Evangelina para emprender su aventura patriótica, se lo oye cantando:
Allá van, valientes defensores
de la patria y de esta gran nación.
Allá van los hombres que a la patria
le entregaron su fe, su valor.
Son las alas de mi patria,
que en el cielo van surcando,
con orgullo su grandeza y el honor,
mientras brilla nuestro pabellón.
Sobre dicha canción se ve un desfile militar, planos de aviones remontando vuelo y la bandera argentina.
La tríada “Dios-Patria-Familia” se reivindica ampliamente en este film, aunque el personaje de Palito renuncia o, más bien, demora su futuro familiar junto al personaje de Evangelina para emprender su heroica y patriótica proeza, tal como es mostrado su accionar en la película.
Brigadas en Acción continuó la línea en la dupla Ortega-Balá y a la que se sumaría Juan Carlos Altavista, los tres interpretando policías, generalmente vestidos de civil y combatiendo a los malos mientras conducen un Ford Falcon sin chapa patente. También, como en Dos locos… el argumento es una excusa para largas escenas de formación de policías y militares, de cadetes entrenando y de parlamentos netamente institucionales, como “los medios para combatir el delito se han modernizado de modo de colocar a nuestra policía entre las mejores del mundo. Durante las 24 horas del día, hombres y mujeres trabajan de distintas formas, velando por la tranquilidad de sus semejantes”.
Alberto, el personaje que interpreta Palito, cuida a un chico llamado Cepillo, que, en un momento, dice: “Yo quiero ser como Alberto, policía”. Cuando llegan de visita con Cepillo a la escuela de cadetes, Alberto dice: “La escuela es un ejemplo de disciplina y trabajo”. Después de una escena de acción en la que muere un policía, mientras Palito, Altavista y Balá se van del hospital y lloran su partida, se oye de fondo la canción de Palito “Para siempre en soledad”, que dice así:
Pobre de esa gente
que no sabe adónde va
los que se alejaron
de la luz de la verdad
esos que dejaron
de creer también en Dios,
los que renunciaron
a la palabra amor.
Pobre de esa gente
que olvidó su religión
esos que a la vida
no le dan ningún valor
los que confundieron
la palabra libertad,
los que se quedaron
para siempre en soledad.
Pobre de esa gente
que desprecia a los demás
pobre del que mata
simplemente por matar
esos que perdieron
la esperanza y la razón
esos que eligieron
el camino del dolor.
Momento de Reflexión IV: En Dos locos en el aire las referencias a Dios se emplean para reivindicar el accionar de la Fuerza Aérea. Aquí, a través de esa canción, se asocia a la delincuencia con la ausencia de Dios. Para decirlo de manera más clara, Palito asocia la criminalidad al comunismo ateo.
En estas películas, Palito se sumerge en una comunión artística entre su obra musical y el lenguaje militar. Las escenas de entrenamiento de cadetes en ambas películas están musicalizadas con sus viejos hits en clave de marcha militar. De esta manera, podemos oír reversiones militares de canciones como «La felicidad» y «La sonrisa de mamá». Si el discurso, tanto en los parlamentos propagandísticos como en las canciones especialmente compuestas, no bastara para entender el tono de estas películas, Palito muestra su profunda simpatía con el régimen fusionando sus canciones más populares con el lenguaje musical de los militares.
Además del tono conservador de las comedias que Ortega dirigió luego de estos dos films, la figura más emblemática del cine oficialista de la dictadura completó su obra de propaganda con la comedia nacionalista Amigos para la aventura, y terminó de plasmar su simpatía con las Fuerzas Armadas en su última película como director, ¡Qué linda es mi familia! Allí interpretó a un marino y le dedicó un lugar especial a la Armada, que hasta ese momento no había tenido un carácter propagandístico en su cine. En esta película canta la canción «Me gusta el mar, soy navegante», que dice así:
Me gusta el mar tengo alma de navegante,
Mi bandera va adelante y mi corazón detrás
Me gusta el mar soy guardián de mis fronteras,
Donde empieza mi bandera se terminan las demás.
En una época de censura, donde las películas argentinas eran habitualmente cercenadas y donde hubo cineastas secuestrados y desaparecidos por el régimen, Palito Ortega recibió todo el apoyo económico e institucional de las Fuerzas Armadas para producir y dirigir films de claro sesgo propagandístico.
Las vueltas de la política hicieron que Ortega pasara de ser una de las principales figuras de la cultura popular que le pusieron rostro y voz al gobierno militar, a ser la opción democrática que acabó con el liderazgo en Tucumán del represor Antonio Domingo Bussi y quien encarceló al brazo armado de Bussi, el comisario Mario «Malevo» Ferreyra.
Otra película que pasó en esos tiempos prácticamente al olvido y se realizó con el objetivo de ser pasado en televisión fue “Estoy herido… Ataque” de 1977. Es un film de propaganda que exalta el accionar de las Fuerzas Armadas en su lucha contra la guerrilla en Tucumán en 1975. Esta ficción presenta una versión del enfrentamiento conocido como «Combate del Río Pueblo Viejo» ocurrido en febrero de ese mismo año en el marco del Operativo Independencia.
En las pocas referencias bibliográficas existentes se menciona que fue filmado en 1977 para ser difundido en la televisión. Este material se consideraba perdido y fue inaccesible durante muchos años. Un fragmento de unos pocos segundos de este cortometraje fue mostrado en el programa periodístico «Punto DOC» emitido por la señal Azul TV en el año 2001 y luego reproducido en el documental Gaviotas blindadas 2. Historias del PRT-ERP (1973-1976) realizado en 2007.
Dicha película se realizó bajo la Dirección de Federico Alegre, la Fotografía de Raúl Mónaco, el Montaje de José Luis Martinengo, Oscar Pariso y el Sonido de Juan Carlos Gutiérrez
Similar a Brigadas en Acción sale “Comandos azules”, de 1980. Los Comandos Azules son agentes de la Policía Federal trabajando de forma encubierta para derrotar una organización delictiva de origen ruso que planea detener al representante de los Estados Unidos en el Congreso Nuclear por la Paz en Mar del Plata. A pesar del trabajo de inteligencia de los policías, el plan es llevado a cabo con éxito y el renombrado científico es secuestrado y permanece desaparecido, se sospecha que por motivos políticos. El sistema de bandos de «buenos contra malos», la exaltación en tono de comedia infantil de la actuación de grupos parapoliciales que, según la canción del film tienen a la patria como valor y el único deseo de un mundo de paz, delatan la complicidad de la película con el régimen que gobernaba el país en esos años.
Realizada bajo la dirección y guion de Emilio Vieyra, contaba en el reparto a Jorge Martínez, Víctor Hugo Vieyra, Silvia Arazi, Elsa Daniel, Fernando Siro, Maurice Jouvet, Nicolai Puskin, Rolando Dumas, Jorge Barreiro, Adolfo García Grau, Juan Alberto Mateyko y hasta tuvo su secuela en “Comandos azules en acción”, del mismo año –por favor, éxito asegurado de taquilla y financiamiento-; en donde una voz en off al comienzo del film afirma: «En la Argentina, que es tierra de paz, se está a punto de lograr un fantástico descubrimiento que beneficiará al mundo. Pero las fuerzas del mal se han apoderado de ese invento y pretenden usarlo para sumir a la humanidad en el caos y el terror. Los Comandos Azules deben evitarlo».
En la segunda entrega de la saga, los agentes deben rescatar al destacado científico que llevó adelante el invento, secuestrado por fuerzas malignas. Mediante persecuciones, espionaje, tiros y golpes, los agentes luchan por devolverle la tranquilidad al país, repitiendo el discurso de las Fuerzas Armadas que sostenían haber traído la paz a la Argentina.
Para finalizar con este esperpento cinematográfico musical en los que los hice sumergir y castigué de la manera más cruel… no me olvido que les dejé el link de la Revista del Arzobispado de Paraná, de Tortolo y “sus amigos”, voy a tirarme hacia la música, esperando y desafiando al conductor –y creador de este espacio- de NTETA se anime a pasar dicha canción… aunque en realidad me conformo que la recuerde y se repita en su memoria cuan tortura musical de estos tiempos… así que aquí vamos… caso contrario, quizás el Doctor Castro termine haciendo un separador para su “Postdata, música y noticias”… quien sabe…

Existe en la memoria colectiva de mi generación una serie de canciones que en realidad son irrepetibles, pero como no puede ser de otra manera son imposible de borrar de la telaraña de los recuerdos de la infancia, una de ellas y quizás la más emblemática –además del espanto que resulta ser para mí la Marcha de Malvinas-, es sin dudas “Carta para Mi Hermano”, que en realidad llevaba otro nombre “Homenaje del Ejército Argentino a sus Soldados”, pero se llegó a popularizar como “Carta…”, y era interpretada por Laurita y Candijelas, compuesta por Poggy Almendra, y que si bien apareció en 1980; precisamente en momentos en que los conflictos limítrofes entre Argentina y Chile por El Canal del Beagle, y las Islas Picton, Lennox y Nueva llegaban a su punto de máxima tensión. La letra no es casual, ya que hace referencia a las fronteras, ya que a medida que la tensión limítrofe aumentaba se destinaban mayor cantidad de unidades militares de todo el país hacia la frontera con Chile. Pero que también fue utilizada nuevamente como difusión en 1982 durante la Guerra de Malvinas, y es muy recordada por todos los argentinos.
Pero volviendo a ese 1980, un “genio” propuso y grabó una canción que le vendió a los militares como un “Homenaje del Ejército Argentino a sus soldados”. El tipo se llama aún Poggy Almendra y dice ser “productor musical”, e incluso, si la memoria e investigaciones del ciberespacio no me falla, llegó a ser representante de los Ratones Paranoicos.
La canción se llamó “Carta para mi hermano”, y fue apenas una en un paquete de canciones espantosas que el tipo les vendió a los milicos en esos años: el lado A del disco tenía otra canción titulada “Argentinos, marchemos hacia las fronteras”. Fue utilizada de manera tan propagandística que se les regalaba a los que por entonces hacían la COLIMBA, y los mismos conscriptos tenían que aprender la letra y cantarla, con el ritmo cambiado al de una marcha militar, mientras practicaban el desfile por el regimiento.
Pero bueno, don Poggy no se quedó solo en eso, sino que siguió martirizando a las juventudes y currando con el gobierno de turno y así en el verano de 1981, y la Provincia de Buenos Aires organizó su Operativo Sol (ese donde te suelen controla los papeles cuando vas a la costa) centrado en un tema especial.

Antes las familias aprovechaban el viajecito para subir a la mascota de la familia y abandonarla en algún rinconcito del camino. Era tal la cantidad de perros abandonados que las ciudades se llenaban de jaurías que lo rompían todo. Por eso, buscaron crear algo de consciencia con este tema, donde un niño le pide perdón a su perro por no poder llevarlo de vacaciones. El tema fue tan popular que contó con su propia publicidad y hasta salieron discos de vinilo y Poggy Almendra, responsable de otros tormentos musicales –como la ya mencionada Carta para mi hermano o Mi papito me regaló un arbolito-, todos editados por la dictadura en discos con el escudo del Ejército Argentino en la portada.

Años más tarde, este mismo tipo sería representante de los Ratones Paranoicos, y hasta coautor de algunos de sus temas como el Rock del Gato, Caballos de Noche o Esa Chica. Pero bueno, el tema es el fútbol, y el tema llegó a las canchas justo para el descenso de San Lorenzo, quienes lo tomaron como un himno para levantar la moral del equipo. Yo me quedo con la versión parodia que hicieron los del globo, que dice así: “cuervo, cuervo tarado, fui a tu cancha y me encontré con un mercado, una bandera roja y azul que en el medio decía Carrefour. Compré frutas y verduras, lo demás me lo afané, mi cancha es de cemento, la tuya es un almacén…”
Saludos… hasta la próxima y el desafío está planteado para el Señor Oscuro… o caso contrario al Doctor Castro y su Postdata y esos separadores tan particulares que nos remontan a nuestra infancia y adolescencia…
Nota:
(*)Dar apariencia honesta, de justa o buena, a una acción indecorosa o a otra cosa que no lo es.
Más historias
Marcelo Matzkin sigue caminando Zárate
El Municipio realizó una jornada informativa para productores declarados en Emergencia Agropecuaria
Inicio de las jornadas “Para la construcción de una sociedad justa” impulsadas por Leandro Mattilla