
Me impulsó escribir esta serie de artículos, una noticia preocupante: la censura de un medio de comunicación ruso RT. No porque le crea, si porque tengo derecho a leer, informarme y creer lo que me plazca. Ningún sistema político debe censurar mi acceso a la información.
Para entender mi posición, es decir desde donde escribo, como pienso, debo aclarar al ocasional lector que suscribo por convicción a la teoría crítica. La que toma a la experiencia del sujeto como mediadora del conocimiento. También así a su contexto político, histórico, económico-social. Conteniendo a los intereses teóricos y no teóricos en su influencia en la formación organizada y constitutiva del conocimiento.
La teoría crítica es cualquier enfoque de la filosofía social que se centra en la evaluación reflexiva y la crítica de la sociedad y la cultura con el fin de revelar y desafiar las estructuras de poder. Con raíces en la sociología y la crítica literaria, sostiene que los problemas sociales provienen más de las estructuras sociales y los supuestos culturales que de los individuos. Sostiene que la ideología es el principal obstáculo para la liberación humana.
Alguno pensará “he aquí un neomarxista”. Claro que entraríamos en un debate arto interesante y debería explicarle a Marx, sin la maléfica influencia de Engels. El fernet con cola es para la juerga, solo es digestivo.
Dada estas aclaraciones, me atrevo exponer mi experiencia y conocimientos sobre mitos influidos por la manipulación y propaganda en la historia y actualidad.
En plenos estudios en Sociales en UBA, un profesor extremadamente de izquierda me preguntó como hacía para comprender a los autores de esa tendencia si no comulgaba con ellos.
-No es difícil –contesté. -Solo debo tachar la palabra “capitalismo” y sobreescribir “socialismo”. Hágalo Dr, se llevará una sorpresa.
NO TODO ES TAN ASÍ
Max Horktieimer escribía, en 1968, en el prefacio para la nueva publicación de su libro Teoría Critica «Los Estados industrialmente avanzados —los llamados países desarrollados—, y nada digamos de la Rusia stalinista, no hicieron la guerra a Alemania a causa del terror hitlerista, que para ellos era un asunto interno, sino por motivos propios de una política de poder. En esto concordaban la política alemana y la extranjera con la estrategia del este, y por eso el odio al fascismo entonces era sencillamente idéntico a odio por las camarillas dominantes»
Leo esto y recuerdo la serie “Combate” con Vic Morrow como el sargento «Chip» Saunders. La épica americana de una decena de soldados matando a cientos de soldados torpes, sumamente malos y prolijamente vestidos. La historia de los combates reales fue otra.
En 1455 Gutenberg encuadernó las primeras 180 copias de la biblia, ese acto fue la creación del libro, y el inicio de un sinfín de conflictos ideológicos, científicos y religiosos con los autores. Cuestionados por el poder, por lo que escribían hasta el idioma en que lo hacían.
Una de mis ficciones (en papel) preferidas es Fahrenheit 451, del extinto Ray Bradbury. Una obra de anticipación de la relación tecnología y conductas humanas, con la trama constante del totalitarismo. La censura al extremo de quemar libros, ejecutando y encarcelando a sus lectores.
Pero esa ficción, más que una inventiva futurista, fue una recreación de la historia. Tal vez como la de Giordano Bruno, rechazado por el cristianismo y mandado a la hoguera con su obra en el 1600. Un religioso que se atrevió a conjeturar otros planetas y posibilidad de vida en ellos.
El libro es sin duda el acceso a la información. Pero requiere de determinadas condiciones para lograr su cometido. Los libros en sus inicios, necesitaron que más gente supiera leer. La especialización de temas, demandó que las personas profundicen conocimientos para entender. En cada paso de la evolución del conocimiento se debió agregar tiempo para incorporarlo. Por ello, el primer trabajo de nuestra vida es la escuela.
El proceso madurativo del entendimiento, es el criterio. La aplicación de premisas para obtener la respuesta. Un sistema de razonamiento tan antiguo como Platón o Sócrates (otra víctima del poder absoluto) que nos permite manejar la información cotejando fuentes, dudando, recreando y comparando. La única manera que las ciencias sociales tienen para ser comprendidas y analizadas, a diferencia de las duras básicas, que tienen una comprobación directa y práctica.
Resumiendo: para entender, además de saber leer, se debe razonar.
Es aquí donde entra la manipulación. Se induce a la persona a creer determinadas ideas por medio de la imposición y repetición. El ejemplo común es Joseph Goebbels, ministro para la Ilustración Pública y Propaganda de la Alemania hitleriana. Pero él, solo innovó en la sistematización de la propaganda. Esta ya existía desde mucho antes construyendo mitos y destruyendo verdades.
Con el nacimiento de la Internet, como en cada evolución de la comunicación, existieron detractores e impulsores. Algunos creyeron que la nueva tecnología de comunicación, transformaría a cada persona en alguien mejor. Que el conocimiento fluiría y penetraría cada una de las mentes, en una especia de democratización de las ciencias.
Por el otro lado, olvidadas voces de los arcaicos religiosos protestaban contra la red de redes por ser obra del demonio. Sin dudas, Internet a igual que los viejos libros (los nuevos también) está llena de cosas bellas, obras de arte, palabras hermosas, amor, odio, locura, mentiras y manipulación. Porque es una forma de expresión, comunicación y arte de lo que pensamos, hacemos y tenemos en el corazón los seres humanos.
Lejos está de iluminarnos de verdades, y mucho más cerca de la contaminación de las ideas y la violencia de las bestias. Un campo de batalla donde las críticas y acusaciones cruzadas, los fanatismos, las perversiones, delitos y mentiras pululan, crecen y dispersan a velocidades antes impensadas. Con un agravante, nos muestra lo que queremos ver, y nos asocia a personas que piensan similar.
Sin embargo, en algunos casos enriquece, podemos ver fotografías estelares y la superficie de otros planetas, por el otro se difunden teorías conspirativas como el terraplanismo y el movimiento anti vacunas.
Desde el inicio de los tiempos, y con la evolución de la humanidad quedamos expuesto a la verdad relativa, la mentira encubierta llamada también pos verdad, adecuación de la historia, negación de hechos y la creación ficticia de otros. El falso revisionismo histórico militado por autores contemporáneos, también colaboran con la instauración de mitos.
Les propongo, desde la próxima entrega, sin demasiada elucubración, recorrer algunos sucesos históricos y actuales que nos cuentan distintos actores de la comunicación, divulgación y la política que a vuelo de pájaro podemos decir QUE NO TODO ES TAN ASÍ.
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