9 diciembre, 2023

Izquierda, derecha y peronismo

Políticas de derecha e izquierda… ¿qué significan hoy cuando las corporaciones rompieron la regla de «riesgo-ganancia» y la producción se orienta de forma creciente a servicios, rubro donde la «propiedad de los medios de producción» se vuelve casi irrelevante? En la política moderna, mientras la derecha dice que ya no hay derecha e izquierda (intento de victoria por «ninguneo») otros dicen que una medida es de uno u otro color dependiendo a quien favorece.
La informática teórica, sin embargo, ofrece una herramienta que quizás puede ser útil para un análisis más profundo e incluso puede ayudar a dar una entidad semiformal a eso que Perón llamaba «tercera posición».


Resulta que, contrariando la creencia popular, la informática no se dedica a las computadoras sino a resolver problemas, más puntualmente a automatizar la resolución de problemas, para lo que primero necesariamente debe resolverlos. Si bien la palabra «problema» se usa en el sentido matemático, hablamos de cuestiones que exceden por mucho saber si un número es primo y abarcan sincronización de semáforos, tendidos de redes eléctricas, sistemas de conformación de listas electorales, y un larguísimo etcétera. Cuando un problema es muy complejo, existen dos abordajes habituales que se denominan en inglés top-down (de arriba a abajo) y bottom-up (de abajo hacia arriba). En ambos casos el problema se divide en problemas menores (en el de los semáforos, por ejemplo, podría ser que en cada calle haya onda verde), en el primer enfoque partimos de asumir que los problemas menores ya están resueltos y después resolvemos los más pequeños en la medida que los necesitemos, o sea, se mira lo general y luego se atiende lo particular, en el segundo se empieza analizando los casos particulares y luego se ensamblan para construir el caso general. Ambos enfoques tienen pros y contras.


La política (la administración pública) funciona parecido, se puede modelar una sociedad a partir del todo poniendo el bien común como paradigma guía, o se puede modelar en base a dar a cada individuo particular el máximo bienestar posible. Top-Down, Bottom-Up (concedo que con ciertas licencias didácticas). Cómo siempre, ambos tienen sus pros y sus contras, si partimos de lo general, podemos encontrarnos con casos particulares que no encajan muy bien con nuestro enfoque macro, digamos por ejemplo que en un esquema de aislamiento asumimos que todo individuo tiene contacto con su grupo familiar y no ponemos énfasis en atender el caso de las personas que viven solas, si partimos de lo particular, podemos plantear que cada persona se cuide responsablemente, pero ignoraríamos las relaciones de poder (por ejemplo las relaciones de trabajo) que podrían restringir la libertad del individuo así nosotros como gobierno se las hayamos concedido plenas.

Si buscamos más y más ejemplos comienza a dibujarse un patrón: la izquierda tiende a medidas que modelen la sociedad como un todo, o sea, encara el problema social como la maximización del bienestar general dado por al suma del bienestar de los individuos. Por supuesto, el problema de esto es que no garantiza un piso de bienestar y que puede haber casos de gente que no se encuentre contenida dentro de las medidas macro y vea su vida miserable por la falta de libertad para salirse de ese marco. Imaginemos a mero modo de ejemplo que no se contemplara a las disidencias sexuales como conductas socialmente aceptables porque, por decir algo, el Estado juzga necesario para el bienestar general la reproducción.

La derecha, en cambio, tiende a atender al problema social como la maximización de la oportunidad, visto éste como el potencial de desarrollo individual que alguien puede alcanzar. Por supuesto nuevamente hay problemas: nada garantiza que muchos alcancen ese potencial y ya ni siquiera se garantiza el bienestar general, pero se puede soñar con ser el Jeff Bezos local (a lo Marcos Galperín) y competir en poder con Estados enteros.


No debería ser llamativo que haya problemas (subproblemas) sociales con mejor afinidad con uno u otro enfoque: el de las disidencias se atiende mejor tratándolo cómo bottom-up, combatir una crisis como la pandemia que vivimos lógicamente es más afín a un enfoque global top-down. El patrón parece bastante claro: problemas macro, soluciones macro, problemas individuales, soluciones micro. Lamentablemente la derecha tiene otro problemita: gran parte de ella es tradicionalista y conservadora por lo que si bien tiene todo el potencial para tratar temas de disidencia, rara vez se enfoca en ello. Entonces, ¿qué terreno le queda? Y… lógicamente el de gente con algunos problemas resueltos que desea maximizar sus derechos aún cuando eso pueda tener como efecto indirecto un daño a un segmento importante de la población. Les dejo imaginar ejemplos, es bastante fácil.

Analizado así, el peronismo es un caso curioso. Resulta que en informática es recurrente que haya dos soluciones y luego surja una tercera más bien complicada que resulta ser la que se impone. Algo así parece ser el peronismo.

El peronismo no propone socialismo. Entre todas las conquistas laborales prácticamente ninguna tiende a favorecer el cooperativismo o los emprendimientos, más bien favorecen la relación de dependencia y el paradigma del obrero «ocho horas para el trabajo, ocho para la familia y ocho para el descanso». ¿Cómo se traduce esto a lo antedicho? Una derecha estabilizada. Una visión de maximización de las oportunidades de negocio pero limitadas por un enfoque de atención a las necesidades de nichos puntuales cuya satisfacción importa, en particular la familia obrera y la clase marginada. Eso da como resultado curioso que si alguien está dentro de los sectores beneficiados puede prosperar, mientras que si está fuera del foco de los reflectores, está complicado. Por ejemplo, se puede adquirir quizás una casa por el sindicato o con un plan de viviendas sociales, pero ahorrando… salvo pertenencia a la casta de «me ayuda papá» va  a ser muy difícil tan siquiera clasificar para un crédito. En definitiva, el peronismo vendría a ser una derecha social: un abordaje desde lo individual con más casos base atendidos en detalle que el capitalismo ortodoxo.

Todo esto deja un debate interesante: ¿se puede abordar el problema social con la no ortodoxia peronista pero desde un perfil izquierdista? ¿Cómo sería algo así?

Podríamos imaginar una sociedad planteada bajo el dogma socialista de la maximización del bienestar general que hiciera foco en múltiples casos de disidencia o que incluso contara con mecanismos establecidos para garantizar un bienestar básico y mínimo de cada individuo. Un decir, un diseño social top-down complementado con un mecanismo de bug-fixing (corrección de errores) que detecte y corrija los daños involuntariamente causados a personas al margen de la creencia social del «debe ser». Quizás esa debiera ser la definición, desde esta desfigurada muletilla informática, de «socialdemocracia», quizás sea posible aprender de esa ruptura de los esquemas de Perón, sumarle la concepción de política para todos y ver que queda. Una sola cosa es segura, la política requiere racionalidad, requiere de ésta o cualquier otra definición clara de posiciones. Porque pocas cosas faltan tanto el respeto a la persona que los falsos «todos» que se traducen en «los nuestros» (ninguneando al resto) y entre esas pocas cosas se encuentra el inventarse conceptos cuya definición se adecúa a las circunstancias como ser «republicanismo» (que, no jodamos, es división de poderes salvo que demos créditos a autores varios que mandan bastante fruta).

El problema político ofrece abordajes sensatos, simplemente vivimos en una era donde la insensatez cotiza mejor, porque a río revuelto ganancia de pescadores, y ¿qué mejor que intentar en el proceso convencer a los peces de que son pescadores?

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