(Relatos Breves IV)
La mañana surge inevitable. determinante el sol comienza a asomarse en la ventana de Olivia, no es suficiente la trama de sus corinas para impedir que un rayo de sol le apunte directo a su cara.
Olivia ama los amaneceres. Comenzar de nuevo es su mayor motivación. Cada día es un lienzo nuevo, una nueva historia para contar.
Despacio, pero ansiosa comienza su ritual, ningún día es igual a otro, pero sin dudas este será muy especial.
Olivia camina. Ella se define como “caminante”, nunca esta quieta demasiado tiempo en un solo lugar. Para anclarse ella elige siempre a sus ojos verde oliva que la detienen. Un mojón en su corazón que le hace saber que el amor imposible, para siempre e incondicional existe. El otro amor, el de carne y hueso, el que se hace, ese es de paso.
Peor hoy, es hoy. Olivia lo vuelve a ver, porque a veces esos ojos la miran de frente, la abrazan, le mienten un rato y se van.
Alistada con un vestido, sandalias bajas que no la dejan tropezar. Olivia es atropellada cuando camina, distraída. Olivia no camina por las calles, las baila. Se maquilló apenas, pero hoy usa el rímel que resiste las lágrimas. Su pelo suelto rebelde, porque cuando lo ve, ella libera las emociones, lo deja todo en ese encuentro para justificarlo todo, todas las esperas y desencuentros. Sabe muy bien Olivia que después de eso no queda más que esperarlo de nuevo. Aprendió Olivia que el amor es el que siente su corazón, que no debe esperar vuelta, que es por el hecho de hacer latir más fuerte su corazón, sudar sus manos, hacerla sonreír aun en medio la oscuridad que existe y es real.
Andando va Olivia, ya sonriendo, nerviosa pero feliz, en el trayecto se cruza con los amigos de siempre, Juan el verdulero, Martita “La China” de las flores, Martin que siempre está en la misma esquina sentado esperando una señal, pero esa es otra historia. Todos son cómplices de Olivia. Ellos todos, saben que va a suceder, saben porque ven a Olivia ir sonriendo, perfumada, y con los rulos al viento, y también saben cómo regresa a su hogar contraída, y con los ojos melancólicos.
Hoy Olivia juega a ser feliz con él por un rato. Seguramente será difícil el después de la despedida, pero aprendió muy bien a sentirse plena al expresarle todo su amor, después de todo, ese amor inmenso que siente Olivia tiene nombre y apellido. Y el amor es eso, es la energía que algunos generan y que, si no se libera para transformar a alguien más, se vuelve infértil.
Olivia, en este día de calor, ama con los brazos abiertos.



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