
Nada verdaderamente novedoso para resaltar.
Sólo decir que está ahí. No acecha. No espera. Está.
No desespera. No agita. No ahoga, no trauma.
Ni urge, ni pelea por saltarle rampante al deseo opuesto.
No vuela. No crece, ni se expande. No avasalla, ni respeta. Está.
No pide.
Pero está.
Estira silencios con miradas.
Hunde sus parcas palabras hasta un nuevo sonido.
Arranca el miedo. Subyuga y conquista.
Más historias
López Jordán y la Batalla de Concepción del Uruguay
Mi voto en noviembre
¿Encontramos el límite?