Los tiempos del rock y de los 2 intendentes de Zárate (*)

Pasó hace casi 50 años, la movida de bandas y músicos, que con el tiempo serán ampliamente reconocidos ya se perfilaba para fines de 1973. El 17 de noviembre, en “Yorokobu” (local donde tiempo después funcionó “Bucanero” pegado al Centro de Comercio e Industrias), en la calle Ituzaingó –entre 19 de Marzo y San Martín ¿se ubican?- se presentaba “Aquelarre”, la banda compuesta por Emilio del Guercio, Rodolfo García, Héctor Starc y Hugo González Neira, que presentaba su segundo LP “Candiles” y al día siguiente lo haría Pappo Blues, presentando “Volumen 3”.
Por 1974, nuestro “Pago Chico” –como le gusta decir a Miguel Di Fino (1)-, comenzaba con la llegada desde el exilio del grupo chileno Los Jaivas; sus integrantes, además, era asiduos concurrentes al Bar Gente, “(…) donde siempre tenían algo de comida y gente con quien charlar. Incluso –el Turco Alí- les había alquilado una casa en Balcarce 734, y allí vivían el “Gato” Alquinta, Eduardo y Claudio Parra, Mario Mutis, Fernando Flores y Verónica Blancaflor”…” (2). Realizaron diversas presentaciones con amplia repercusión en “Chato´s” (Ameghino y Ubaldo Fernández) y en el Teatro Coliseo, que llegaron a ser transmitidas por Radio Nuclear.

En “African´s” se presentaron otras bandas como “Invisible”, integrada por el flaco Luis Alberto Spinetta, Machi y Pomo; su LP debut tenía una particular presentación que incluía un disco simple con 2 temas que habían quedado fuera del LP por “cuestiones de espacio”.
Desde el punto de vista político sería un año bastante movido para nuestra localidad, es el año de los “dos gobiernos comunales” o las dos intendencias, pero también sería el año en donde se vería a un viejo y deteriorado “Pocho” Perón de visita inaugural en Atucha I, el 20 de marzo, en la localidad de Lima, donde era delegado municipal desde el año anterior Alberto Casado (que había reemplazado a Celestino Guelvenzú que había ocupado el cargo desde 1966).

Tiempos donde el peronismo vernáculo vive momentos críticos para mitad de año, que terminaría con pedidos de juicio político al por entonces intendente Miguel Scola y la sustitución de este por el presidente del Consejo Deliberante Francisco Bugatto. Las internas dentro del partido habían estallado y el bloque se encontraba divido a tal punto que el 20 de julio se realizaba un
pedido de suspensión por 90 días del intendente, imputándolo de graves acusaciones y se realizaba una nueva denuncia por incumplimiento a Ley Orgánica Municipal.

El cruzamiento de acusaciones mutuas llevó a la “cuasi gestación de un golpe de Estado” dentro la ciudad, con ataques sin fundamentos, improvisadas conferencias de prensa y un acto de provocación y desafío, en donde el 28 de julio asume la conducción municipal Bugatto en la Unidad Básica de Pagola y Viamonte, así el palacio municipal se traslada a Villa Angus, pero esa situación también es tomada como una nueva contradicción, que no haría otra cosa que agudizar la crisis. Para ir resumiendo, los que habían apoyado el reemplazo de Scola por Bugatto ahora decían que éste no podía asumir en una Unidad Básica y ahora lo cuestionan… ¿Qué había pasado?, la crisis llegó a oídos del por entonces gobernador Victorio Calabró, que había amenazado con la intervención
municipal y se resolvió de la manera más simple y se sostiene de manera muy poco amigable: en agosto de ese año Scola firma el acta de traspaso del poder en favor de Bugatto, quien estaría en el cargo hasta el Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976… pero esa es otra historia, una triste y oscura historia que no debemos olvidar jamás…
Así finalizaba un acontecimiento que rememoraba aquellas épocas de los caudillos del Siglo XIX, en donde llegaron a existir 3 gobernadores en Buenos Aires (el 20 de junio de 1820, cuando fallece Manuel Belgrano, por un lado Idelfonso Ramos Mejía, por otro el General Soler y a su vez el propio Cabildo de Buenos Aires).
(*) Adaptación y fragmento del libro “De Solitarios Sueños y Utopías Truncas” de Miguel Di Fino, Ariel Nuñez y Leonardo Maldonado
- Miguel Antonio Di Fino, escritor, periodista, investigador y profesor de Historia de la ciudad de Campana, pero por sobre todo un amigo entrañable que se extraña
Suplemento del Diario El Pueblo, “Lo que un decreto no pudo borrar”
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