1 junio, 2023

Zárate 1982-1983: Malvinas… paredón y después (Segunda Parte)

Malvinas, la salida democrática y las impresiones de protagonistas de primera mano. La imperdible columna del Traficante de Historias, el Profe Ariel Núñez.

Cuando llegué a Malvinas lo primero que vi fue –me acuerdo que lloviznaba- que había en la costa un pibe parado en posición de firme y en calzoncillo y camiseta larga, porque había ido al pueblo a pedir comida, lo había agarrado y lo había puesto en esa posición… así empezó el desengaño… la diferencia… para cuando llegamos ya se había robado tupido, pero se la quedaban los milicos grandes… “

Víctor Abel Morales (clase ´62)

soldado zarateño en las Islas

Acá por lo menos cumplimos, tenemos una calle que se llama Lintridis, tenemos que tener otra que se llame Deghi, otra Teresa Di Martino, eso lo tiene que hacer la gente que los han conocido, acá no sé porque los abogados no hacen nada… tendrían que tener una calle que sea representativa, me gustaría que se llame Deghi y que sea una calle donde haya movimiento, así lo recuerdan…”

(Entrevista a Eduardo Paris en “De Solitarios Sueños…”)

Vamos por la parte final de esta historia, que nos deja en 1983 y la salida democrática para la nefasta y genocida experiencia de la dictadura del Proceso de Reorganización Nacional que tantas heridas ha dejado y cuyas consecuencias se extienden hasta hoy en día, aunque existan “nostálgicos” de esos tiempos, que los añoran, quizás por complicidad, quizás por ignorancia (y aquí el “mea culpa” como profe de historia, porque sostengo que debería enseñarse esta etapa en toda su extensión, aprovechando la historia oral, las fuentes, las investigaciones, los documentos y por supuesto a los testigos y sobrevivientes de esa terrible experiencia… porque tendría que ser una materia obligatoria en todos los niveles, conjuntamente con “Historia Económica de Argentina”, para que se sepa, desde los primeros años de estudio, porque estamos como estamos, quienes fueron los cómplices del genocidio y el Terrorismo de Estado, pero también del desfalco producido por los “economistas” de la época que hoy dictan clases como si fueran salvadores de la patria, protegidos por un establishment empresarial y mediático que los siguen presentando como “prohombres de la patria” o fuente de consulta obligada para explicar cómo salir de las crisis que muchas veces provocaron ellos mismos cuando fueron parte del “elenco estable” de los distintos gobiernos militares… sino, vayan y pregunten cual fue el rol de Domingo Felipe Cavallo durante la dictadura cívico-militar y que pasó con la deuda externa, gracias a sus directivas y “planes salvadores”).

Pero bueno, como la primera parte había terminado en los instantes previos a Malvinas, bueno es continuar con la línea de relato y dejar mi catarsis política-económica para otro momento… ¿no?…

La ciudadanía zarateña, al igual que casi la del todo el país se hizo eco de los acontecimientos producidos el 2 de Abril y los diarios también reflejaban las adhesiones de empresas y asociaciones intermedias que respaldaban la recuperación del archipiélago sur. En los colegios se cantó el himno nacional como símbolo de voluntad en respaldo de las acciones del gobierno; algunas pequeñas empresas –como, por ejemplo, contratistas de montajes industriales- suspendieron las actividades laborales e hicieron retornar a los obreros a sus domicilios, se había “decretado” espontáneamente un feriado, cuestión que servía al gobierno para que los trabajadores pudieran concurrir voluntariamente a Plaza de Mayo para ofrecer su respaldo a Galtieri; pero recorría entre la población un miedo al futuro inmediato por la posibilidad de que estallara una guerra –como finalmente ocurrió-, era el miedo a tener que “ofrecer sus hombres al servicio de la patria”, pero la mayoría de estos eran adolescentes de 18 a 20 años que estaban haciendo la “colimba”, y a pesar de su primer sentimiento de patriotismo y de búsqueda de heroísmo, no eran más que soldados inexpertos a los que se sumaría la inexistente capacitación y la falta de equipamiento militar.

Con el objetivo de ilustrar estos tiempos, las declaraciones de un excombatiente son claras y dejan vislumbrar que las condiciones de las fuerzas armadas argentinas eran muy precarias, que no hubo una política organizativa de defensa y que los altos mandos –en su mayoría- se preocupaban más por intentar “pasarla bien” y hacer sus “propios negocios” a costa de las provisiones para el grueso de las fuerzas; pero además demostraba que el sistema de represión se trasladó a Malvinas, siendo víctimas directas los conscriptos inexpertos y mal equipados, que muchas veces se valieron de sus propios medios –algunos con ribetes de picardía criolla- para sobrevivir. No solo eso, sino que demuestra el grado de ingratitud y rechazo de la sociedad –junto a sus representantes políticos e institucionales- hacia los soldados, cuestión que hoy subsiste.

Dentro de la comunidad zarateña, Víctor Abel Morales (clase ´62) era un adolescente más. Quizás la única particularidad –que era compartida por un pequeño grupo de jóvenes- era que todavía no había hecho la “colimba” en 1981, por cuestiones de estudios había pedido prorroga. Pero 1982 lo encontraría rodeado de “colimbas Clase ´63” en la Base de Radares del Grupo 2 de Vigilancia y Control Aéreo de Merlo (Buenos aires), en la unidad de radares móviles: “[…] teóricamente teníamos tres meses de instrucción y después nos mandaban al sur, a Córdoba o a la zona de frontera. Cuando ocurre lo de Malvinas ya tenía 3 meses de instrucción y termino en las islas. En esa época había quilombo con la CGT y había manifestaciones y nos decían que nos iban a mandar a “calmar disturbios”.

Yo estaba en un grupo de 130, cuando se habló del tema Malvinas y se nos preguntó quienes queríamos ir de voluntarios, nos anotamos casi todos, pero una vez que estábamos comiendo, nos preguntaron quiénes éramos los voluntarios y nos paramos sólo tres; en el [total]del grupo éramos 17, los seis primeros no sabían que iban a Malvinas, les dijeron que los llevaban a Mendoza y terminaron en Malvinas. El grupo mío salió el 11 de abril y ya sabía que iba a Malvinas. Había transcendidos que podía pasar algo –yo cumplo años el 4 de abril-, estábamos acuartelados, me largan 2 días después… pero yo sabía que cuando regresara iba a Malvinas. Me acuerdo que mi viejo me decía que no me anotara, yo les hice creer en el primer tiempo que estaba en Comodoro Rivadavia, pero se enteró al poco tiempo. [Para llegar a las islas…] fue un quilombo bárbaro, fuimos los únicos que “hicimos dedo” a Malvinas; de Merlo a Palomar, de allí a Tandil y desde allí a Comodoro Rivadavia, donde había una base que era un despelote, no se podía dormir, nos quedamos ahí una noche, porque no había vuelos a Malvinas, en la base nos “bailaron” porque otros hacían despelote. Allí “enganchamos” un vuelo que llevaba combustible; era una risa porque nos mostraban ventanas de salida, pero no tenía la artillería de defensa, fuimos medios colados, con el combustible, para llegar [de Merlo a Malvinas] cambiamos como 3 aviones y tardamos 1 día y medio. De los 130 fuimos 17, porque que fueran los demás no se justificaba, el radar era algo muy estratégico. Hacíamos guardia en el radar, 17 soldados y como 15 oficiales y suboficiales, pero las guardias se complicaban porque se agregaba gente y había que cuidarlos también a ellos, eran más horas de guardia contra menos de sueños.

Cuando llegué a Malvinas lo primero que vi fue –me acuerdo que lloviznaba- que había en la costa un pibe parado en posición de firme y en calzoncillo y camiseta larga, porque había ido al pueblo a pedir comida, lo había agarrado y lo había puesto en esa posición… así empezó el desengaño… la diferencia… para cuando llegamos ya se había robado tupido, pero se la quedaban los milicos grandes…

(…) la Fuerza Aérea es como que hizo una guerra aparte, había mucha competencia… la guerra de la Fuerza Aérea fue mucho más acertada y arriesgada. La mayoría del Ejército murió en la retirada, no sé porque atacó, y la Marina, después del Belgrano es como que “desapareció” …

[En la zona del radar] había dos capitanes destinados, uno era el Capitán Silva (un tipo que sabía cinco idiomas) que con nosotros tenía un trato muy humano, que a lo mejor no lo tenían los subordinados de él, pero el tipo los mantenía a raya; así la pasamos bien, no nos faltó de comer, ni ropa; ¡el tipo nos dejaba salir a robar, nos trataba bien!, manteniendo la disciplina como hay que mantenerla, teniendo en cuenta que uno estaba en un estado de guerra, y que uno depende del otro… nos encargábamos de conseguir todo para comer, teníamos un muchacho que era mecánico, arreglaba vehículos de otras unidades y a cambio conseguíamos cosas, “libertades”, “que no nos molestaran”; porque lo que yo vi en el Ejército fue un desastre, entre el 2 y el 10 de abril que llegó el grueso de la gente, hasta el 31 de mayo, la mayoría estuvo mal comida, vivían en trincheras en las que cavabas medio metro y brotaba agua, estaban muchos con las ropas que había llevado de acá [el continente], no tenían ropa, yo conocí “colimbas de 30 días”, sin armamentos. Después vi estaqueados; psicológicamente para cuando llegaron los ingleses la mayoría estaba hecha pelota, aparte de lo físico.

Allá no podías molestar a los kelpers, ni tocar nada que fuera de ellos, y en Puerto Argentino –un pueblo como Lima- ellos tenían agua corriente… cada casa tenía su quinta, su huerta, con unas verduras impresionantes, y de eso no podías tocar nada, y como [a los del Ejército] no les daban comida, ellos iban y sacaban de ahí… a veces los agarraban sacando verdura y los estaqueaban, los ataban de un día para el otro, aunque el invierno no fue tan duro –porque normalmente hace para la fecha 14 bajo cero- hacía 4 o 5 grados… el día más frío fue cuando terminó todo… A Adrián Villalba –hizo la primaria conmigo, vive a 3 cuadras de mi casa- yo lo encontré allá y no lo conocí; (…) nosotros conseguíamos comida y cuando sobraba la llevábamos a “primera línea” que estaba cerca de donde estábamos nosotros –aunque en realidad nunca fue la primera línea porque los ingleses atacaron por atrás-, y un día me dicen que hay un muchacho que me conoce… y lo desconocí hasta que me dijo el nombre; él había bajado 20 kilos –la última vez que lo había visto fue cuando entré a la colimba (6 de enero), él salía de baja y lo había visto gordito, y cuando lo vi allá no lo conocí. A Mario Reyes, de Lima, también lo encontré allá… vi gente que le vendía cigarrillos a los soldados; lo más feo que vi fue en el Ejército, no los dejaban tomar agua corriente, cuando estaban a pocos metros de ella, tenían que tomar de zanjas, yo vi morir gente por agua contaminada… se armaban tiroteos sin un porqué… se manejó mal el tema político y el abastecer a los soldados también.

(…) Cuando había bajas se lloraba, se pataleaba; a nosotros nos pasó con el tema de que no había comunicación entre las distintas fuerzas. Yo estaba con un grupo de oficiales –que ellos llamaban camada por ser todos de la misma promoción- que eran técnicos en radar. Los aviones salían del continente –nunca entendí porque se desarmó la pista de la isla para armar refugios-, y había un oficial que era de la misma camada de la gente del radar; el tipo había ido a bombardear los barcos que andaban por la zona y se le rompió el tren de aterrizaje, y no podía aterrizar, entonces le pidieron que se eyectara; pero la Artillería estaba en bolas y no sabía de quien era ese avión, y cuando estaba dando vueltas para tratar de aterrizar lo bajaron… todos los que estaban dentro del radar lloraban. Generalmente el avión entraba en la zona, tenía pocos minutos de autonomía y el radar tenía que guiarlo para salir porque la mayoría, después de las misiones entra en un “estado de crisis” y no sabe para donde salir. Cuando regreso veo en la Revista Gente, en una nota de tapa que decía “Carguen que vuelvo”, era sobre un piloto que había ido a una zona de reconocimiento pensando que no había nada y se encontró con que había 11 barcos y hundió como a 3 de esos, pero después no sabía cómo salir de la isla de la desesperación que le había agarrado; el radar lo guio para que saliera y en la nota decía “carguen que vuelvo”, ¡salió de casualidad de ahí!

(…) ¿Noticias del continente?, no… la mayoría de las cosas que decían acá eran bolazos, las comparábamos con las que decían en Uruguay y Chile… la posta la tenían siempre los otros, incluso hay un desembarco en San Carlos, todo el mundo sabía que desembarcaban allí, menos los argentinos… éramos 20 y pico o 30 cuando desembarcaron.

(…) estábamos en el aeropuerto, es un camino que tiene 8 kilómetros con Puerto Argentino, y el pueblo es en subida… en el primer tiempo estábamos viviendo en carpas en el aeropuerto, después nos mandaron a la última línea de casas, que eran unas casillas chicas, en una pieza donde dormíamos 17 personas, nunca pude dormir estirado –el placer más grande cuando volví a mi casa fue poder hacerlo-; esas casillas Fuerza Aérea se las alquilaba a la gobernación, así que hasta ese negocio hacían… de día vivíamos haciendo refugios y de noche guardia; el radar tiene una cabina de 3 x 3 y funcionaba con grupos electrógenos, que gastaba 200 litros de gasoil por día, o sea que nosotros teníamos que ir a buscar el tacho de gasoil al aeropuerto que estaba a un costado de la pista, sobre un terraplén de 5 o 6 metros, desenterrarlos del barro y cargarlos en el camión, cuando llegábamos llenábamos los tanques y enterrábamos los vacíos para que no se vieran, así con 20 tanques por día, pero con algunos tanques hacíamos refugios alrededor del radar, una boludez, porque si un avión los ve no se fija si están llenos o vacíos, les sacude directamente.

(…) el 31 de mayo tuvimos el “bautismo de fuego” con 2 misiles que tiraron al radar y la casilla donde estábamos nosotros, pero por cuestión de que el avión tiró con inclinación, las esquirlas saltaron hacia el otro lado, volteó una pared y a un muchacho que estaba durmiendo debajo de la mesa no le pasó nada… los heridos fueron por las esquirlas (…) Después del bombardeo nos fuimos a vivir más al centro de la ciudad, al lado de una casa donde mataron a un civil con un bombardeo, la única casa que “se tocó así por error”. Atrás de la casa había un pub –en esa época entraban solamente los varones- y nosotros no podíamos molestar a la gente; normalmente a las 5 o 6 de la tarde era de noche, y vos veías ahí gente a las 12 de la noche, muy poca gente, porque la mayoría se fue dejando todo intacto. Yo una vez que estaba de guardia vi entrar a una persona a ese pub, sale y lo crucé, estuve a punto de preguntarle quien era, pero se me pasó, lo veía distinto al kelper –que es un inglés colorado, avejentado, debe ser por el frío-, y éste era más robusto, tenía una fisonomía distinta… y después de la rendición, él aparece con las tiras de oficial marine, fue a pedirnos las armas y vehículos… estaba infiltrado entre la gente. Ellos eran profesionales y tenían equipamiento, a nosotros nos “molestaron” cuando nos rendimos, fuimos a parar al aeropuerto, donde estuvimos viviendo una semana más o menos, nos dijeron veinte veces que nos iban a embarcar, rompíamos todo el campamento, hacíamos la mitad del camino, nos hacían volver… cosas así; pero a la gente del Ejército la hicieron trabajar, la pasaron bastante jodido, incluso hay anécdotas de que mataron después de la rendición. A un compañero de Reyes lo mataron después de la rendición, había dos cosas por las que no podías ir a Malvinas, si eras maestro o tenías hijos, él reunía las dos condiciones… venía bajando de una montaña, les sacudió un helicóptero y lo mató… a Rosetti –presidente (cuando se escribieron estas páginas) de CEVEMA Zárate – [cuenta que] siendo prisionero los hacían descargar cajas de armamentos de un helicóptero, y si había un camino, los hacían pasar por toda el agua… a propósito.

(…) todos los que fueran de comunicaciones y pilotos tenían orden de quedar prisioneros, entonces nos hicimos pasar como eramos gente de rancho –cocina, repartecomidas-, yo tenía un compañero que estaba medio pelado, con 20 años, parecía mucho mayor; primero nos embarcaron en una lancha, de ahí al Bahía Paraíso –buque hospital-, un intérprete nos preguntaba que puesto teníamos y que hacíamos en la vida civil… resulta que el capitán le da a este muchacho una bolsa con ropa suya… cuando llega el turno… dijo que era técnico en comunicaciones –lo peor que podía haber dicho-, se fijan en la bolsa y ven la ropa… lo hicieron quedar con los demás oficiales, ese muchacho fue el último colimba que dejó la isla, volvió como al mes, la madre cayó en una depresión y murió al tiempo…

[Al regresar] la pasé peor que allá, y más porque volví con indignación y no te aguantas cosas, que antes sí lo hacías. Yo tenía tres meses de colimba y estuve tres meses en Malvinas, cuando volví, a la clase 62 la dieron de baja, yo estuve tres meses más y me hacían la vida imposible… nos bailaron… cuando volvimos le dieron franco [a los de la base] y nos pusieron de guardia a nosotros… armamos un tiroteo y nunca más hicimos guardia… pero después por cualquier boludez te privaban del franco… El trato con la gente fue bastante frío, el argentino es muy futbolero, muy extremista –más en los actos que en las ideas-, porque la misma gente que se estaba manifestando contra Galtieri, después lo aplaudía, lo tomaba como un partido de futbol… había boliche y siguió la joda igual que antes… Cuando volví de Malvinas había mucho resentimiento, tenía amigos de la secundaria que se habían metido de militares y no los volví a saludar, incluso tenía enfrentamientos, pero con el tiempo fueron pasando… incluso hay militares que se arrimaron a los Centros de Veteranos, aunque saben que tienen un 80% de crítica por ser militares… me recorrí todas las fábricas con el título de técnico y constancia de excombatiente, y era como romperse la cabeza contra la pared…

(…) muchos agarraron las “banderas” de los excombatientes y las hicieron propias, por momentos me satura; por ejemplo: el hijo de Maztkin (1), que fue a Malvinas, mostró la bandera… hizo la entrega de la bandera a nosotros y al finalizar el acto la pidió de nuevo… es “mucha franela” … ¡una payasada!… (2)

De dicho incidente del que hace referencia Víctor Morales ocurrido en agosto de 1999, quedó la disculpas públicas y diplomáticas porque se transformó en un escándalo mediático, que llegó a nivel de la Cancillería. Cuando llegó a Malvinas Matzkin, el inspector de aduana que le revisó la valija vio la Bandera y una camiseta argentina con el número 10, pero no le dijo nada, ya que no estaba prohibido traerla, como tampoco mostrarla, pero el hacerlo irritó a los kelpers y al gobierno británico. Su papá era primo del peronista pampeano Jorge Matzkin, número dos en el Ministerio del Interior de Carlos Corach –bajo el gobierno de Carlos Menem-, quien ayer aceptó la exhibición que se hizo en el cementerio de Darwin. Matzkin por entonces tenía 25 años y tenía ocho durante la guerra. Ese mismo día, curiosamente, empezó a estudiar inglés en el Liceo Cultural Británico; si bien en momentos del incidente decía no tener militancia política… los tiempos cambian.

“No fue mi propósito, en lo más mínimo, herir susceptibilidades ni entorpecer las relaciones entre Gran Bretaña y la Argentina. Por eso, sobre todo, jamás pensé en agraviar o molestar a los ‘islanders… Atento a manifestaciones vertidas sobre hechos acaecidos en el cementerio de Darwin quiero manifestar, desde lo más profundo de mi corazón, que todos los hechos fueron motivados por un insostenible dolor y respeto hacia los soldados argentinos que yacen allí” (3), indicó Matzkin en su carta sobre el episodio de la bandera. También señaló que no tuvo “otra intención que rendir un homenaje íntimo y muy reservado a nuestros soldados muertos en las islas” y atribuyó la publicidad del hecho a que “un periodista tomó una fotografía indeseada”, además de saludar “a todas las personas que pudieron sentirse afectadas” (4), explicó el abogado Matzkin a modo de disculpa por haber hecho flamear una bandera argentina en el cementerio de Puerto Darwin. Lo hizo por medio de una carta pública, cuya redacción impulsó la Cancillería con el objeto de poner paños fríos a la polémica que provocó la actitud de Matzkin y a la cual los consejeros kelpers calificaron como “estúpida”. El ministro del Interior, Carlos Corach, defendió, en cambio, al primo de su viceministro y sostuvo que el hecho que protagonizó durante la visita que realiza a Malvinas “no puede de ninguna manera ofender la sensibilidad de la sociedad que reside en las islas” (5). El vicecanciller Andrés Cisneros afirmó que el hecho protagonizado por Matzkin “no genera un problema político” (6)y para restarle importancia, explicó que “la relación está tan madura entre la comunidad isleña y la argentina continental que ellas solas se encargan de absorber esta situación” (7). Pero lo cierto es que la Cancillería participó activamente en la redacción de la carta que el primo segundo del viceministro del Interior, Jorge Matzkin, dirigió “a la opinión pública” (8) y no al gobernador de las islas, Donald Lammont, como se había pensado en un principio. Mientras que la representante isleña Janet Cheek calificó lo hecho por Matzkin como “una broma estúpida” (9), mientras su colega Mike Summers recordó que “no es tradicional hacer flamear banderas en los cementerios” (10); es más, dicho accionar, considerado “estúpido” hasta tuvo en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, más precisamente en la Cámara de Diputados un Proyecto de Resolución, fechado el 11 de agosto de 1999 (D- 1742/99-00-), cuyo autor era el por entonces Diputado del FREPASO (¿se acuerdan del FREPASO?, bueno… en estos diciembres actuales, bueno es tener presente los diciembres de esos tiempos, principalmente los venideros en el 2000 y 2001), cuyas textuales palabras del proyecto, está “ADHIRIENDO AL ACCIONAR Y SENTIMIENTOS EXPRESADOS POR EL DR. MARTIN MATZKIN EN SU VISITA A LAS ISLAS MALVINAS AL DESPLEGAR NUESTGRA INSIGNIA PATRIA EN EL CEMENTERIO DE DARWIN.”(11). En resumen, esta “broma estúpida” para algunos diplomáticos y políticos, “payasadas”, para los principales protagonistas y víctimas de la Guerra, fue para otros, algo más que eso, quizás una “plataforma política” o un proyecto de resolución, de los que entonces eran opositores políticos del gobierno, pero en poco tiempo se transformarían en partícipes necesarios de la debacle que estallaría allá por el 2001.

Regresando a 1982, la Guerra de Malvinas se transformó en parte, en una cortina de humo que taparía momentáneamente la situación de crisis interna que se vivía en la sociedad argentina; el estallido del conflicto era el mejor justificativo para intentar dar cierto respaldo generalizado al Proceso por parte de la sociedad civil e inclusive lograr a nivel continental cierto consenso para con la causa argentina. Era una jugada riesgosa, pero era sabido que el Proceso no escatimaba esfuerzos para conseguir sus objetivos y mucho menos si éstos eran perjudiciales al resto de la sociedad, y no implicaban el mínimo de riesgo en lo que respecta a su propio prestigio, totalmente desacreditado y cuestionado, ya sea por la opinión internacional como por la mayoría de la comunidad nacional.

La finalización de la Guerra de Malvinas marcaría un quiebre en el régimen instaurado desde marzo de 1976. El fracaso de esta aventura dejó a las FF.AA. con un desprestigio aún mayor que el que existía hasta el momento, y en parte logró quebrar con los últimos temores existentes en la sociedad civil que comenzó a exteriorizar su descontento e indignación, que no fue calmada ni con la represión de las manifestaciones. Ahora comenzaba la embestida de las distintas organizaciones internacionales de Derechos Humanos, que, apoyadas de manera firme por otros organismos, denunciaban y acumulaban irrefutables pruebas contra el Terrorismo de Estado. El régimen, derrotado en el campo militar y cada vez más cuestionado por el grueso de la sociedad, comenzó una caída estrepitosa que lo llevaría a declarar una apertura política plena, con vigencia total de las garantías constitucionales, aunque quisieran dar un último manotazo de ahogado al intentar la “autoamnistía” y buscar el regreso al sistema democrático según propias declaraciones del reemplazante –desde el 1ero de Julio de 1982- de Galtieri, el General Reinaldo Benito Bignone… “a más tardar en marzo de 1984

Pero el problema en cuestión eran los “desaparecidos”; así, en abril de 1983 las FF.AA. proclamaron por medio de un Acta Institucional que “(…) asumían públicamente la responsabilidad por las acciones antisubversivas, declarando muertos a los desaparecidos que no estaban en la clandestinidad o el exilio…” aunque algunos de esos desaparecidos declarados muertos sigan apareciendo en los padrones, como es el caso de Rubén Roberto Rossi –desaparecido el 9 de diciembre de 1977-. Admitían errores “(…) que pudieran traspasar los límites de los derechos humanos fundamentales y que quedan sujetos al juicio de Dios… [declarando como] actos de servicio a las operaciones…” (12). El repudio de la comunidad internacional fue generalizado, España, Italia, Francia y El Vaticano rechazaron los términos del mismo, se daba vuelta la página de la historia y comenzaba otra etapa, inaugurada por una marcha de 30.000 personas, encabezada por organismos de Derechos Humanos; días más tarde el malestar crecería, al conocerse la Ley N° 22.924 de “autoamnistía”.

Zárate no quedaría la margen de este síntoma social, los reclamos sobre la situación de los desaparecidos comenzaron a multiplicarse, pero no se podía realizar de manera abierta y pública en un principio: “(…) no me pude mover mucho, porque tenía una atadura familiar y tenía que pensar en ellos, [había] (…) reuniones de familiares de detenidos, pero se hacía de manera clandestina (…) de los que quedaron adentro, fueron saliendo para el ´79, aunque… por lo menos de ese grupo que entramos juntos…” (13), recién 20 días antes de las elecciones de octubre de 1983 se haría una marcha en la Plaza de Mayo, organizada por Abuelas, en donde se vería a una abuela acompañada por sus dos nietos, hijos del matrimonio compuesto por Carlos Alberto Aranda y Rosa Cristina González. Carlos Alberto es visto con vida por Juan Carlos Scarpati (Legajo CONADEP N° 2819) en el CCD de Campo de Mayo, en el lugar conocido como “El Campito” o “Los Tordos” (14) en momentos que la familia presentaba un habeas corpus a su favor en 1976 y que es rechazado; mientras que Rosa Cristina había mantenido contactos esporádicos y en varias ocasiones con la familia por medio de cartas –a las que lamentablemente no pude acceder, pero sí enterarme del contenido de índole familiar-. (15)

En octubre de 1982 el primer período de “un civil de la comunidad” al mando del Poder Ejecutivo llegó a su fin. Villalba dejaba el municipio en un momento social crítico y comenzaba nuevamente la danza de nombres potables para ocupar el gobierno comunal, “(…) sonaba como intendente interino Nelson Arrighi –hermano de Aldo- que posteriormente estaría en Relaciones Públicas; el bloque civil integrado por las asociaciones intermedias, Centro de Comercio, Rotary Club, empezaron a darle manija a Arrighi… [la UCR de la ciudad] siempre tuvo una cierta #chatura política”… lo que había era una línea de García Puente de Arrecifes que tenía la posibilidad de designar algunos intendentes de la zona, le ofrecen Zárate, pero no se acepta… [por entonces, Eduardo París reflexiona] en un principio la gente podía confundirse, pero al finalizar las cosas no estaban bien…” (16)

El cambio dentro del gobierno comunal puso a Osvaldo Cavaglia, que mantuvo al mismo “equipo ministerial” y dentro del mismo, al secretario de Cultura, ícono del “elenco estable del régimen”, Carlos Alberto Viera (hijo). Era el “gobierno de transición”, con un régimen agotado y con una campaña electoral atípica en la localidad, se respiraban aires que dejaban en claro que finalizaría con una supremacía ejercida por el peronismo desde 1955, pero que tampoco pondría en el gobierno comunal al candidato de la UCR que había derrotado al balbinismo local, Clive Formigoni, proveniente del ala del alfonsinismo de Renovación y Cambio, y que tenía como presidente del Comité Central al Doctor Horacio Rudy Saunders. El clima interno no se calmó con la candidatura de Formigoni, inclusive era muy diferente el apoyo de la campaña local, que se reducía simplemente a modestas visitas barriales, en donde concurrían pocas personas; pero el marketing de “calcos” con la imagen de Raúl Alfonsín o las siglas “RA” se transformaron en una moda que se hizo muy popular entre la juventud zarateña, y el lugar “estratégico” de ubicación del Comité en la calle Belgrano, casi al frente de la por entonces ENET N° 2 (hoy EEST N° 2) le dio un tinte especial, ya que muchos adolescentes que concurrían al establecimiento pasaban por el comité para retirar los “calcos”, que servían como adhesivos para ataviar las carpetas, que por primera vez en años, estaban adornadas con símbolos políticos y se convertían de paso en un medio propagandístico inusual y original; pero la campaña local seguía siendo muy fría… “(…) hubo gente del partido radical, que eran fiscales nuestros, que estoy seguro, votaron a Arrighi, tenían que cortar boleta y lo hicieron… en el comité nombraban [en el escrutinio] Alfonsín y aplaudían… Armendariz y aplaudían… para intendente, Arrighi y estallaba la euforia… ¡hijos de puta! Estos no votaron a nosotros, lo hicieron por Arrighi… decían ‘voten las tres A: Alfonsín, Armendariz y Arrighi’, ahora [con el paso del tiempo] me doy cuenta que afortunadamente perdimos…” (17). En el socialismo las cosas se vivían con un clima de euforia: al estar siempre agazapada la figura de Arrighi como reemplazante natural para la intendencia, dio sus frutos, pero no era Nelson el que llegaría a la cabeza del socialismo zarateño, lo sería el presidente de UNEZA, su hermano Aldo, quien se alzaría con un triunfo histórico para el socialismo (18), con amplia repercusión nacional –serían junto al intendente de Rosario los únicos municipios en manos de los socialistas-, el socialismo había sacado provecho de la alianza, llegando a las elecciones con la denominación de “Alianza Demócrata Socialista”, pero que también llamaba la atención la presentación, que a pesar del tiempo transcurrido desde las últimas elecciones del reagrupamiento y organización, de la Unión Vecinal Zárate, que realizó una elección prácticamente anecdótica, si se la compara con la de 1973, en la que incluso se alzaron con dos escaños en el Concejo Deliberante zarateño.

El Terrorismo de Estado había dejado sus secuelas, su aparato represivo, sus hombres, pero por sobre todo sus miedos. La posibilidad de un triunfo peronista se diluyó tanto a nivel nacional como local, y aunque la figura de Alfonsín intentó apuntalar al candidato radical local, las luchas intestinas –que hasta hoy duran en el partido (esto último fue escrito en el 2001, pero creo en la actualidad del 2022 no dista mucha mi visión, teniendo en cuenta lo que sucede a nivel nacional dentro de la alianza conformada en la actualidad, aunque quizás me equivoque, pero eso me lo tendría que ratificar o explicar un radical, al que le preguntaría, desde ya, si se acuerda de esa etapa del regreso a la democracia y el posicionamiento político del partido dentro del escenario nacional)– que terminaron por minar las esperanzas del triunfo que cerrara el circuito de la UCR, y el que sacó mejor partido de ello fue el socialismo que con la figura de Arrighi se encaminaría como ganador, con un período que se extendería en futuras reelecciones. Más allá de la capacidad política y carisma con la comunidad, fue una movida política acertada: era el presidente de UNEZA, quizás –con excepción de la Cooperativa Eléctrica, que no tardaría mucho en acomodarse en el nuevo escenario del poder- el único ente con cierta gravitación importante con la que contaba la civilidad zarateña frente a los hombres del gobierno de facto, lo que no era poco.

Con esto doy por finalizada la entrega en 2 partes, que se hizo a destiempo, pero que por las “causalidades” de la historia siempre tiene un “porque”… en este caso, quizás la propia historia me hizo una jugada de las suyas y me llevó a finalizar estas líneas cuando se está acercando un nuevo aniversario del regreso a la democracia y la asunción a la presidencia del Doctor Raúl Alfonsín, pero también cuando se recuerda un nuevo y triste aniversario de la desaparición de Rubén Roberto Rossi; así que la dedicatoria de estas líneas van a ellos… y en ellos a todos los que de alguna manera hicieron posible que “Sobre Ausencias y Exilios” y “De Solitarios Sueños y Utopías Truncas” –principalmente por obra e intervención de Miguel Di Fino- sean una realidad; a los Víctor Morales y Ramón Nosiglia (excombatientes), los Fanchi, los Aranda, los Depratti, los Deghi, los París, los Elizaga y todos aquellos que sufrieron el Terrorismo de Estado; para ellos no puede haber reconciliación sin justicia, sin memoria, sin tumbas, o sin saber dónde se encuentran sus nietos o nietas, como le ocurre a la familia Barahona. Una vez que cualquier ciudadano común pueda comprender esto, se podría seguir hablando… hoy la sociedad tiene, directa o indirectamente, una deuda con ellos…

Por último y no menos importante, a la mujer de pañuelo blanco que enfrentó a los genocidas cuando nadie lo hizo, en dictadura y en democracia… a Hebe… por eso siempre, más allá de las polémicas y políticas, siempre me encontraran del lado de los pañuelos y las rondas…

¡Hasta la próxima, gente…!

Notas:

  1. Nota del autor: El abogado Matzkin (h) fue a las islas cuando se autorizó los vuelos desde el país, el hecho de “sacar” la bandera argentina en las islas casi provoca un incidente diplomático
  2. Entrevista a Víctor Morales – mayo de 2001
  3. Citas de (3) a (10); “El abanderado de Malvinas pidió disculpas en carta a los kelpers”; Página/12 del 12 de agosto de 1999

(11) Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires

(12) Felíx Luna; “Fuerzas hegemónicas y partidos políticos”; Ed. Sudamericana; 1988

(13) Entrevista a Eduardo París; febrero de 2001; en “Sobre Ausencias y Exilios”

(14) Nota del autor: La descripción del CCD y su funcionamiento es realizada en parte con el testimonio del testigo Juan Carlos Scarpati (Legajo N° 2819)

(15) Nota de autor: en varias ocasiones Marcela Aranda dijo tener toda la voluntad de brindar información sobre sus padres, pero por motivos que desconozco –pero respeto desde ya- hasta hoy, no obtuve una respuesta favorable a mis llamados

(16) Entrevista a Eduardo París; mayo de 2001; en “Sobre Ausencias y Exilios”

(17) Entrevista a Eduardo París; mayo de 2001; en “Sobre Ausencias y Exilios”

(18) Nota de autor: El radicalismo llevó al Concejo Deliberante a Alfredo F. Aón; Ricardo Ferreyra; Juan Pedro Guehenneuf; Pedro Guglielmotto y Andrés Pablo Manca. En el Consejo Escolar ingresaron Cledia N. Mena, vicente Arri, María Petrocelli y Alfredo Vicente Minorini; Eduardo París fue electo Diputado Provincial. El socialismo llevó como candidato a la intendencia comunal al Dr. Aldo Arrighi, que en el momento de ser electo tenía 50 años, de profesión odontólogo y que se había destacado como presidente en varias instituciones intermedias de la ciudad: UNEZA, Club Independiente, Rotary Club. Junto con él fueron electos como Concejales: Oberdan Morino, Ernesto Fabrizzi, Armando L. Tabocchini, José Lu´si García Blanco, Ismaél Alberto Torres, Claudio Hugo Massarini y Ricardo Felix Torrano; como Consejeros Escolares: José Luís Marquine y Ana María Zamora. Los demás candidatos a la jefatura comunal eran: Partido Comunista: Carlos Miner; Partido Demócrata Cristiano: Enrique Díaz; Frente de Izquierda Popular: Olga Cartas; Partido Justicialista: Modesto Derosivich; Movimiento de Integración y Desarrollo (MID): Dr. Alberto Baroni (Bruno Aleotti como Primer Concejal y Mario Lossino como Diputado Provincial); Movimiento al Socialismo: José Fernández; Unión del Centro Democrático (UCeDe): Dr. Moroni; Unión Conservadora: Dr. Nestor Sampaolessi; Unión Vecinal: Orlando Castelli.

Op. Cit. Periódico “La Vanguardia”, del 4 de noviembre de 1983, página 2

Op. Cit. Robles Sergio; “Revoluciones y Elecciones; páginas 33 y 35

Op. Cit. Diario “El Debate”; octubre de 1983